Una vez cada dos años, un gigantesco agujero se abre en la atmósfera marciana, dejando escapar al espacio una parte de las escasas reservas de agua del Planeta Rojo y descargando el resto del preciado líquido sobre los polos. El extraño mecanismo meteorológico, jamás visto en la Tierra, ha sido descubierto por un equipo internacional de científicos planetarios, capitaneados por Dmitry Shaposhnikov, del Instituto de Física y Tecnología de Moscú, en Rusia. Los investigadores creen que se trata del mismo mecanismo, aún en marcha, que provocó la pérdida de los antiguos y potentes sistemas oceánicos y fluviales de Marte, hace miles de millones de años.
El hallazgo acaba de publicarse en la revista Geophysical Research.
Desde hace años, los científicos terrestres vienen constatando con sorpresa la presencia de vapor agua en la atmósfera marciana, así como su extraña «migración» hacia los polos del planeta. Pero hasta ahora no se había podido encontrar una explicación para estos fenómenos, ni demostrar que estuvieran conectados. Comprender cómo funciona el ciclo de agua en Marte nos ayudaría a entender cómo pudo pasar de tener mares y ríos a estar casi completamente seco en la actualidad.
La presencia de vapor de agua en la atmósfera superior de Marte es especialmente desconcertante, ya que su capa media, demasiado fría, debería de interrumpir por completo el ciclo del agua. La atmósfera marciana se extiende aproximadamente 160 kilómetros desde la superficie. Y hacia la mitad de esa altitud está compuesta de gases en un medio extraordinariamente frío. Lo suficientemente frío, de hecho, como para congelar el vapor de agua y evitar que se escape. Y sin embargo, el vapor de agua logra pasar y llega hasta las capas atmosféricas más altas, donde la radiación ultravioleta del Sol corta los enlaces moleculares entre el oxígeno y el hidrógeno, haciendo que éste último se pierda irremediablemente en el epacio.
No toda el agua, sin embargo, logra escapar del planeta. La parte que no lo consigue y cuyo viaje, por lo tanto, resulta interrumpido por la gélida capa atmosférica intermedia, flota a esa altura hacia los polos del planeta, donde se enfría y vuelve a caer a la superficie.
Atravesar la barrera helada
¿Pero cómo consigue una parte del agua atravesar esa «infranqueable» barrera helada?
La respuesta, según las simulaciones llevadas a cabo por los investigadores, tiene que ver con una serie de procesos atmosféricos que son exclusivos del Planeta Rojo.
Aquí, en la Tierra, los veranos de los hemisferios norte y sur son muy parecidos. Pero en Marte, con una órbita mucho más excéntrica, ambos veranos son muy diferentes. Debido a esa excentricidad, en efecto, la órbita se acerca mucho más al Sol durante los veranos en el hemisferio sur, de forma que resultan mucho más cálidos que los del hemisferio norte.
Cuando esto sucede (y lo hace cada dos años) en las simulaciones de los investigadores se abre una «ventana» en la atmósfera media de Marte (entre 60 y 90 kilómetros de altitud), un auténtico «agujero» que permite que el vapor de agua pase y escape hacia las capas más altas. En otras épocas del año, la falta de la suficiente luz solar hace que el ciclo de agua en Marte se interrumpa casi por completo.
El agua, en las tormentas de polvo
Otra gran diferencia de Marte con respecto a la Tierra es que su superficie se ve, a menudo, barrida por gigantescas tormentas de polvo. Tormentas que, al bloquer la luz solar, enfrían el planeta. Pero la luz que no llega hasta la superficie a causa del polvo sí que alcanza su atmósfera, calentándola y creando las condiciones adecuadas para que el agua se mueva.
Bajo las condiciones extremas de una tormenta global de polvo (como la que cubrió todo Marte en 2017), las simulaciones de los científicos mostraron que alrededor de las motas se forman minúsculas partículas de hielo. Y esas livianas partículas flotan hasta la atmósfera superior con más facilidad con que lo hace el agua de otras formas, por lo que es precisamente durante esas tormentas cuando más agua se mueve desde el suelo a la atmósfera. De hecho, los investigadores descubrieron que las tormentas de polvo pueden transportar incluso más agua que los antes citados veranos del hemisferio sur.
El mecanismo descubierto por Shaposhnikov y su equipo podría explicar, en parte, por qué un planeta que una vez contó con vastos mares, lagos y ríos pudo terminar siendo tan seco como lo es en la actualidad.https://www.abc.es/ciencia
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