“Es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”, es lo que dijo Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna, al poner un pie por primera vez en su superficie. El satélite que orbita alrededor de la Tierra siempre ha supuesto una incógnita para los de aquí abajo mientras observaban y aprendían más sobre él. Sabemos ya muchas cosas sobre ella y todo lo que conocemos nos permite responder a una pregunta sencilla de realizar, pero algo más compleja de llevar a cabo: ¿podríamos vivir en la Luna?
La respuesta corta: sí. La respuesta larga incluye unos cuantos “peros” que los científicos, ingenieros y las industrias tratan de solucionar antes de 2030, cuando la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y otras instituciones espaciales a nivel internacional planean poner una base duradera en la Luna.
¿Qué ocurriría si la Luna no existiera?
Imagínate un cielo sin Luna. Las consecuencias serían mucho más importantes que la oscuridad. Probablemente nada de lo que conoces sería igual.
¿Cómo es la Luna?
Para entender mejor la vida futura en el satélite, si llega a suceder, hay que saber más sobre ella: ¿tiene atmósfera? ¿Cuál es la temperatura sobre su superficie? ¿Hay minerales que se puedan utilizar para construir edificios o para hacer dispositivos eléctricos? ¿Y agua? A todas estas preguntas trataremos de dar respuesta.
La atmósfera de la Luna, como explica el director del grupo internacional de exploración de la Luna de la ESA Bernard Foing, es inexistente: los rayos cósmicos y los meteoritos no tienen ninguna barrera que les impida entrar, por lo que estamos desprotegidos en la superficie.
Hay zonas en las que nunca da el Sol y se ha encontrado hielo de agua allí
Por otra parte, las temperaturas son extremas y varían según el lugar en el que te encuentres: “En el ecuador hay dos semanas de día, con temperaturas de 110ºC y otras dos de noche, que alcanza los -170º C”, explica Foing. “Cerca del polo norte y del polo sur lunar hay zonas en las que nunca se ve el sol y hay -220º C”, añade. Estos lugares son especiales porque se ha encontrado hielo de agua allí. Los expertos calculan que el hielo es entre un 3 y un 5% del suelo. Además, no es posible encontrarla en estado líquido debido a la falta de atmósfera. También “hay otras zonas en las que hay Sol el 90% del tiempo, esto significa que se puede utilizar para captar energía solar”, explica a Hipertextual el director internacional de exploración de la Luna.
ESA
El agua se puede utilizar, aparte de para consumo humano, para fabricar cohetes en la Luna, pero también para “alargar la vida operacional de las sondas terrestres de comunicaciones y observaciones”, comenta el director internacional de exploración de la Luna de la ESA. “Su vida puede alargarse hasta diez años más, lo que implica beneficios económicos”, señala.
Un recurso minero que se ha encontrado en la Luna son silicatos, es decir, compuestos de oxígeno y sílice. Estos se pueden extraer por separado y utilizarlos para hacer paneles solares y semiconductores para hacer dispositivos eléctricos, según explica Foing.
¿Cómo solucionamos estos problemas?
Desde la ESA lo ven bastante claro: es necesaria una habitación presurizada que aguante la baja gravedad y tenga encima varias capas que protejan de los meteoritos por la falta de atmósfera. Además, será necesario que la habitación mantenga temperatura estable en todo momento, según los datos aportados por Foing. Por ejemplo, durante los días de Sol se captaría la energía y se usaría durante las dos semanas de noche para mantener una temperatura por encima de cero. Lo ideal sería mantenerla todo el tiempo alrededor de 20º C. Y con todo esto ya se podría vivir en la Luna.
¿Cuándo veremos la base lunar?
Se han enviado ocho sondas en 15 años para estudiar los recursos y hacer mapas de la Luna
Las agencias espaciales internacionales llevan trabajando desde que se lanzó la Smart-1 en 2003, ya que antes de poner una base en la Luna es necesario conocer más en profundidad el satélite. En los últimos 15 años se han enviado ocho sondas, incluidos satélites chinos, indios o estadounidenses. La misión: “Estudiar los recursos y hacer nuevos mapas lunares”, explica.
El siguiente paso, en 2013, fue poner un alunizador en la superficie y la tarea la llevó a cabo China, aunque ya hay otros que son de origen ruso, americano o coreano.
Por otra parte, se está construyendo la cápsula Orión, gracias a la cual, en 2020, un equipo de humanos orbitará la Luna. Para 2025 se espera que la humanidad pueda volver a pisar nuestro satélite y lo hará una mujer que, además, será la primera en poner un pie sobre la Luna, según ha destacado Foing.
“Además de las agencias espaciales también contribuirán industrias, negocios e inversores”, comenta Foing. “Las agencias espaciales pueden ayudar en los primeros pasos. Por ejemplo, para construir los sistemas para alcanzar la Luna, la infraestructura tiene que estar ya montada y lo hará la ESA. Pero después serán las empresas las que continúen. Es más, pensamos que el sector privado puede contribuir hasta en un 80% del gasto para esta base lunar”, concluye.https://hipertextual.com/
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