lunes, 14 de mayo de 2018

La Vía Láctea es aún más grande de lo que se pensaba


Imagine por un momento que tuviéramos una nave espacial tan potente que nos permitiera viajar a la velocidad de la luz. E imagine que nos embarcamos en un crucero sin escalas por nuestra galaxia, la Vía Láctea. Pues bien, nosotros, pobres mortales, no seríamos capaces de llegar muy lejos. Porque vivimos en una galaxia enorme que, según han calculado investigadores españoles, alcanza unos escalofriantes 200.000 años luz de diámetro. Es decir, sus fronteras está mucho más lejos de lo que se creía.


Las galaxias espirales, como la nuestra, se caracterizan por poseer un disco de escaso grosor donde se encuentran la mayor parte de las estrellas. Estos discos tienen un tamaño limitado y, a partir de cierta distancia, ya casi no hay estrellas.

En la Vía Láctea, no se tenía constancia de que hubiera estrellas de disco a distancias del centro mayores que dos veces la del Sol. Es decir, se pensaba que nuestra estrella más cercana se encontraba situada a la mitad del radio galáctico. Sin embargo, sí las hay y bastante más lejos, a más del triple de esa distancia. Incluso, como indican los autores del estudio, es probable que algunas superen el cuádruple de esa distancia.


«El disco de nuestra galaxia es enorme: de unos 200 mil años-luz de diámetro», señala Martín López-Corredoira, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y primer autor del artículo, publicado recientemente en la revista Astronomy & Astrophysics y en el que han colaborado también investigadores del Observatorio Astronómico Nacional de China (NAOC).

A grandes rasgos, las galaxias como la Vía Láctea están compuestas por un disco, en el que giran unos brazos espirales, y un halo, con forma esférica, que lo envuelve. En la elaboración de esta investigación se han comparado las abundancias de metales en las estrellas en el plano galáctico con las del halo, para encontrar que hay mezcla de halo y disco hasta las grandes distancias indicadas.

Los investigadores han alcanzado estas conclusiones tras realizar un análisis estadístico de datos cartografiados de APOGEE y LAMOST, dos proyectos que obtienen espectros de estrellas, es decir, información sobre su velocidad y composición química. «Usando el contenido en metales de las estrellas de los catálogos, con la combinación de atlas espectrales de alta calidad como APOGEE y LAMOST, y la distancia a la que sitúan los objetos, hemos comprobado que hay una fracción apreciable de estrellas más allá de donde se suponía que acaba el disco de la Vía Láctea», explica Carlos Allende, investigador del IAC y coautor de esa publicación.http://www.abc.es/ciencia

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