Espirales, barradas, lenticulares, globulares... Los astrónomos llevan décadas clasificando las galaxias en familias según cuales sean sus formas y características. Millones de ellas han sido fotografiadas y muchos miles estudiadas y clasificadas hasta ahora. Sin embargo, entre todas las galaxias existe una que resulta especialmente difícil de observar. Y no se trata de una galaxia remota, sino de la más cercana que podamos imaginar. Tanto, que vivimos dentro de ella. La verdadera forma de la Vía Láctea, en efecto, sigue siendo un misterio. Y es que, desde dentro, no resulta sencillo hacernos una idea del conjunto. Es como intentar hacer un plano de la ciudad sin salir nunca de nuestra habitación.
A pesar de ello, la imaginación y la tecnología han logrado que hoy tengamos una idea bastante precisa sobre el tipo de galaxia en la que nos ha tocado vivir. Por ejemplo, sabemos casi con toda certeza que se trata de una galaxia espiral, aunque aún está abierta la cuestión de qué tipo de espiral exactamente. Sabemos también que nuestro Sistema Solar está situado justo entre dos de los principales brazos de la Vía Láctea, en una estructura que los astrónomos llaman "brazo local" o "brazo de Orión", considerado como un brazo secundario y de escasa importancia en el conjunto. Hasta ahora.
En efecto, un nuevo estudio indica que el brazo de Orión podría ser igual de importante que los dos brazos principales que le rodean, y que surge, como el afluente de un río, directamente de uno de ellos. "Las nuevas evidencias -asegura Alberto Sanna, del Instituto de Radioastronomía Max Planck- sugieren que el brazo local podría ser una característica muy prominente de la Vía Láctea". Sanna y sus colegas acaban de presentar sus conclusiones durante una convención de la Sociedad Astronómica Americana celebrada en Indianapolis. El trabajo acaba de publicarse en Astrophysical Journal.
Determinar cuál es exactamente la estructura de nuestra galaxia es un viejo problema al que se enfrenta la astronomía desde hace décadas. Para conseguir un mapa fiable, los investigadores necesitan tener medidas exactas de las distancias que existen entre los objetos que hay dentro de la galaxia, lo cual es una tarea extraordinariamente complicada y en la que se pueden cometer numerosos errores. El resultado es que, a pesar de que la mayoría de los astrónomos están de acuerdo en que la Vía Láctea tiene una estructura espiral, existen grandes discrepancias sobre el número de brazos que tiene esa espiral y también sobre su exacta localización.
Precisión sin precedentes
Para resolver este problema, los astrónomos recurrieron al VLBA (Very Long Baseline Array), una batería de radiotelescopios instalados en Nuevo Mexico y que son capaces de medir con una precisión sin precedentes las posiciones de los objetos en el cielo. Así, observando los mismos objetos cuando la Tierra está en los dos extremos de su órbita alrededor del Sol, los investigadores lograron medir el sutil brillo de esos objetos en sus distintas posiciones aparentes en el cielo, y compararlo con el fondo, donde se encuentran los objetos más distantes.
Este efecto, llamado paralaje, puede comprobarlo cualquier persona colocando un dedo cerca de la nariz y después cerrando alternativamente un ojo y después el otro. La capacidad del VLBA de medir los pequeños cambios de brillo en las posiciones aparentes de los objetos distantes ha permitido a los astrónomos utilizar un método basado en la trigonometría para determinar distancias entre la Tierra y objetos mucho más distantes de lo que se había conseguido hasta el momento.
El equipo de astrónomos utilizó esta técnica para medir la distancia de varias regiones de la Vía Láctea en las que se están formando estrellas. Allí, distintas moléculas (como el agua o el metanol, emiten radio ondas de la misma forma en que un láser emite ondas luminosas. Y esos objetos, llamados masers, actúan como faros para los radiotelescopios. Las mediciones llevadas a cabo con el VLBA entre los años 2008 y 2012 dieron a los investigadores distancias muy precisas de los masers y les permitieron calcular su movimiento a través del espacio.
Y el resultado fue comprobar que el brazo local en el que nos encontramos no es una estructura poco importante dentro de nuestra galaxia. Hasta el momento, se le había considerado como una simple mancha junto a los dos brazos principales: Sagitario, cerca del centro galáctico, y Perseo, en la zona exterior. "Basándonos tanto en las distancias como en el movimiento espacial que hemos medido -afirma Sanna- podemos afirmar que nuestro brazo local es mucho más que una simple mancha. Se trata, por el contrario, de una gran estructura, quizá una rama del brazo de Perseo, o incluso el segmento de un brazo independiente".http://www.abc.es/ciencia/
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