Los soviéticos fueron los primeros en lanzar un artefacto al espacio, el satélite Sputnik-1, los primeros en poner en órbita un mamífero, la perra Laika, y se adelantaron también al resto del mundo colocando en el cosmos a un ser humano, Yuri Gagarin. El siguiente récord fue conseguir que una mujer atravesara la estratosfera. La gesta fue realizada por Valentina Tereshkova el 16 de junio de 1963 a bordo de la nave Vostok-6.
Como sucediera con Gagarin, Tereshkova, que tiene ahora 76 años, se convirtió en leyenda. Es la única fémina que obtuvo el rango de general de la Fuerzas Aéreas de la URSS y la única hasta ahora que salió al espacio sin compañía.
Recordando aquel día memorable, la cosmonauta rusa afirma que “a medida que el cohete te iba alejando de la Tierra, te sentías más unida y próxima a ella”. Durante su singladura tuvo una transmisión radio-telefónica directa con el entonces jefe del Estado soviético, Nikita Jrushiov. De nuevo en suelo firme, recibió todo los honores y el entusiasmo desbordado de la calle.
Pero el camino hasta llegar al cénit no fue precisamente de rosas. “El entrenamiento previo al vuelo fue muy duro”, rememora Tereshkova. Llegó allí, no desde Ejército o el mundo del pilotaje, como la mayoría de los cosmonautas, sino desde un club de paracaidismo deportivo en la región de Yaroslavl, su tierra natal y en donde trabajaba en una fábrica textil.
El padre de la cosmonáutica soviética, Serguéi Koroliov, decidió que había llegado el momento de enviar una mujer al cosmos y, en 1962, comenzó la búsqueda de candidatas. Entre centenares de aspirantes fueron elegidas Tereshkova y cuatro chicas más. Hasta ese momento y desde el debut de Gagarin el 12 de abril de 1961, habían tenido lugar seis vuelos tripulados de Estados Unidos y cinco de la URSS.
El día del lanzamiento acudieron también en calidad de suplentes Valentina Ponomariova e Irina Solovliova. Cualquiera de las dos hubiera sustituido a Tereshkova, si ésta hubiera sufrido un contratiempo de última hora. Y algo así estuvo a punto de suceder. Hallaron una grieta en su escafandra y el personal de la base de Baikonur tardó en encontrar otra de su talla. Faltó muy poco para haberse quedado en tierra.
Tereshkova se embutió un traje igual que el que lució Gagarin: mono naranja y casco blanco con las letras en rojo CCCP (URSS). Ocultó a su madre el destino del viaje, diciéndola que se iba con unos compañeros a efectuar varios saltos con el paracaídas. Su periplo dentro de la Vostok-6 duró 70 horas y 50 minutos, durante los que consiguió dar 48 vueltas alrededor de la Tierra. En otro aparato, al mismo tiempo, estaba también en órbita el cosmonauta ruso, Valeri Bikovski, en la nave Vostok-5.
Al regreso, durante la maniobra de catapultamiento, Tereshkova se golpeó con la parte interior del casco y llegó con un espectacular moretón en la cara. Aunque pasó todo el resto de su vida laboral en el Centro de Entrenamiento de Cosmonautas como especialista y preparadora, nunca más volvió a salir al espacio. Ella lo lamenta: “el sueño de Serguéi Koroliov era enviar una tripulación femenina entera al espacio y comenzamos a prepararnos, pero, por desgracia, él se fue y le sustituyó una persona con otras ideas. Nuestro grupo fue disuelto”.
“Había muchas otras mujeres formadas para volar al cosmos y dispuestas a ello, pero, debido a una cadena de sucesos trágicos y fracasos –entre ellos la muerte de Vladímir Komarov al estrellarse su nave en el vuelo de reentrada en 1967- no pudieron viajar”, se queja Tereshkova.
Tuvieron que pasar casi 20 años hasta que otra mujer, Svetlana Savítskaya, fuera enviada al espacio. Fue en 1982. Dos años después, voló la primera astronauta estadounidense, Sally Ride, y la primera rusa de la época postsoviética en repetir la hazaña fue Elena Kondakova, en 1994. Desde entonces, ninguna otra rusa lo ha hecho, aunque sí varias norteamericanas.
Efectos del espacio en el cuerpo femenino
Tereshkova contrajo matrimonio cinco meses después de su mítico vuelo con el cosmonauta ruso, Andrián Nikoláyev y pronto quedó embarazada. Se cuenta que el casamiento se hizo por orden de Jrushiov con la intención de comprobar si su estancia en el espacio pudo haber tenido consecuencias para su organismo. Nació de aquella unión Elena, que fue sometida a numerosas exploraciones médicas y se constató que estaba completamente sana. La pareja se divorció en 1982 y ella, aunque se casó de nuevo, no tuvo más hijos.
El presidente Vladímir Putin le impuso el viernes a Tereshkova la orden de Alexánder Nevski y la recibió en su residencia. A lo largo de su carrera, la cosmonauta rusa ha sido distinguida con un gran número de condecoraciones, incluyendo la estrella de oro de “héroe de la Unión Soviética”. En una reciente rueda de prensa dijo que, si pudiera, participaría en un vuelo a Marte sólo de ida.http://www.abc.es/ciencia/
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