“Aterrizar en Marte es extremadamente difícil y no hay margen de error”, apunta François Spoto, jefe de equipo del programa ExoMars. “El último ensayo ha supuesto un gran paso adelante, pero sigue sin ser el resultado perfecto que buscamos. Así que usaremos los numerosos datos obtenidos para afinar nuestra estrategia, planificar nuevos ensayos y seguir avanzando hacia el lanzamiento en septiembre de 2022”.
El róver Rosalind Franklin y la plataforma de superficie Kazachok estarán encapsulados dentro de un módulo de descenso que los llevará a Marte a bordo de un módulo de transporte. El módulo de descenso estará equipado con dos paracaídas —cada uno con su propio paracaídas piloto—, que ayudarán a frenarlo antes de su aterrizaje sobre el Planeta Rojo. Una vez que el rozamiento atmosférico haya hecho que el módulo de descenso pase de unos 21.000 km/h a 1.700 km/h, se desplegará el primer paracaídas. Unos 20 segundos después, a unos 400 km/h, se abrirá el segundo. Tras la separación de los paracaídas, a aproximadamente 1 km sobre el suelo, los motores de frenado se activarán para depositar de forma segura la plataforma de aterrizaje sobre la superficie marciana. La totalidad de la secuencia, desde la entrada en la atmósfera hasta el amartizaje, dura tan solo seis minutos.
El sistema completo de descenso por paracaídas debe probarse y verificarse en tierra, y a este respecto los ensayos de caída a gran altitud desempeñan un papel fundamental para representar la baja presión atmosférica de Marte, un aspecto clave a la hora de considerar el inflado de los paracaídas.https://observatori.uv.es/los-ensayos-de-los-paracaidas-de-exomars-siguen-avanzando/
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