Un equipo de astrónomos logró detectar, por primera vez a gran escala, el enigmático “gas molecular oscuro” —invisible a los telescopios convencionales— en una de las regiones más activas de formación estelar de la galaxia.
La nebulosa de Orión, un magnífico ejemplo de criadero estelar donde se están gestando nuevas estrellas.
Durante décadas, los astrónomos se han enfrentado a un desafío frustrante al intentar comprender cómo nacen las estrellas en nuestra galaxia. Se sabe que la mayoría se forman dentro de nubes frías de hidrógeno molecular, pero este tipo de gas resulta casi imposible de observar: no emite luz detectable con facilidad por los telescopios.
Para rastrear esas “cunas estelares”, los investigadores han dependido del monóxido de carbono (CO) como molécula trazadora. Donde se detecta CO, suelen encontrarse nubes moleculares. Sin embargo, este método tiene una gran limitación: una fracción considerable del gas que da origen a nuevas estrellas no emite señales de CO, permaneciendo completamente oculta.
Ese material invisible, bautizado “gas molecular oscuro en CO”, representa una brecha fundamental en nuestro conocimiento sobre cómo las galaxias generan estrellas. Es como intentar entender el tráfico de una ciudad viendo solo la mitad de sus calles.
Un nuevo mapa de lo invisible
Un equipo dirigido por Kimberly Emig, del Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO) de Estados Unidos, ha comenzado a resolver este misterio.
Utilizando el Telescopio de Green Bank, en Virginia Occidental, los investigadores lograron mapear el gas molecular oscuro en la región de Cygnus X, uno de los s sectores más activos y conocidos de formación estelar en la Vía Láctea, ubicado a unos 5.000 años luz de la Tierra.
La observación cubrió un área más de 100 veces mayor que el tamaño aparente de la Luna llena, lo que constituye la primera visión a gran escala de este tipo de material invisible.
La clave: rastrear el carbono en frecuencias bajas
El avance fue posible gracias a la detección de líneas de recombinación de carbono en radiofrecuencia —señales extremadamente débiles que se producen cuando los átomos de carbono capturan electrones libres—. Estas emisiones, registradas a frecuencias muy bajas, revelaron estructuras que el monóxido de carbono nunca había mostrado.
El mapa resultante dejó al descubierto una intrincada red de arcos, crestas y filamentos de gas oscuro que se entrelazan a través de Cygnus X. Estas estructuras, invisibles en estudios previos, ofrecen una nueva ventana al paisaje dinámico donde nacen las estrellas.
Turbulencias cósmicas y el ciclo de la vida estelar
Los datos también muestran que los trazadores de carbono se mueven a altas velocidades, generando condiciones turbulentas que influyen directamente en la rapidez con que nuevas estrellas pueden formarse.
Además, el equipo descubrió que la intensidad de las señales de carbono está estrechamente relacionada con la cantidad de luz estelar que ilumina cada región, un indicio de que la radiación de las estrellas ya formadas modula activamente el proceso de nacimiento de otras.
El gas oscuro que el equipo estudió representa una etapa intermedia en el ciclo cósmico de reciclaje: un punto de transición entre el gas atómico difuso y las densas nubes moleculares donde las estrellas terminan por concentrarse y encenderse.
De lo invisible a lo comprensible
Al hacer visible este componente oculto del medio interestelar, los astrónomos pueden ahora seguir el camino completo de la materia, desde los átomos simples hasta las complejas estructuras moleculares que dan origen a nuevas generaciones de estrellas.
Este descubrimiento no solo completa una pieza esencial del rompecabezas galáctico, sino que abre la puerta a una comprensión más profunda del ciclo de vida de las estrellas y de la evolución de la Vía Láctea misma.https://www.meteored.com.ar/noticias/astronomia/en-el-vacio-del-espacio-los-cientificos-encuentran-el-escondite-del-gas-que-forma-las-estrellas.html
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