El pasado 14 de julio, un cohete Soyuz-2 partía desde el Cosmódromo de Baikonur en Kazajistán con más de setenta artefactos a bordo. Entre ellos destaca un CubeSat del tamaño de un balón de rugby llamado Mayak («faro», en ruso), que puede robarles el corazón (o todo lo contrario) a los aficionados a observar el firmamento. Porque el pequeño Mayak, destinado al estudio de otros satélites, va a desplegar unos reflectores solares que lo convertirán en la «estrella» más brillante del cielo, casi tanto como la Luna llena. Incluso podría verse durante el día, anuncian sus creadores (aunque hasta que fueron escritas estas líneas todavía nadie había dado noticia de su avistamiento).
Mayak, diseñado por estudiantes de ingeniería de la Universidad Politécnica de Moscú, es el primer satélite ruso construido gracias al «crowdfunding», un método de financiación colectiva en el que cualquiera puede hacer una aportación económica. El satélite iluminará a otros para calcular su magnitud aparente, es decir, su brillo tal y como se ve desde la Tierra. Cuando termine su vida útil, plegará sus velas y servirá para probar un nuevo sistema de frenado aerodinámico para modificar la órbita de los satélites sin utilizar un motor.
Con este fin, el satélite está configurado para desplegar un gran reflector en forma de pirámide de tres metros de altura hecho de una membrana metalizada reflectante de solo 5 micrómetros de espesor, 20 veces más delgado que el cabello humano. Se supone que será fácilmente visible desde la Tierra durante la noche. De hecho, según los ingenieros, Mayak será «la estrella fugaz más brillante» una vez desplegado, con una magnitud aparente de -10, casi tan brillante como la Luna llena. El objeto, que da 16 vueltas a nuestro planeta cada 24 horas, también podría ser visible en el crepúsculo e incluso a plena luz del día, según explican en la revista Sky&Telescope.
El equipo tiene una aplicación de seguimiento llamada CosmoMayak, aunque solo se ofrece en ruso, así que una alternativa es rastrearlo a través de la web Heavens-Above. Si es tan brillante como se afirma, Mayak podría superar el brillo de la famosa primera generación de satélites Iridium, que alcanza la magnitud -8.
Desde Sky&Telescope se preguntan si un satélite tan brillante como Mayak es una buena idea, ya que podría resultar muy atractivo para el público en general y animar a más personas a mirar al cielo e interesarse por la astronomía, pero también interferir en la integridad del cielo nocturno. «Un cielo literalmente lleno de grandes cantidades de estos objetos no sería una gran idea», dice a la revista Marco Langbroek, un científico aficionado al seguimiento de satélites. «Pero uno o dos como un experimento no puede hacer mucho daño». Solo queda esperar a que Mayak despliegue su reflector y nos haga un guiño desde el cielo.http://www.abc.es/ciencia/
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