Uno de los grandes misterios que encierra el Sol no es precisamente el núcleo, del que conocemos su composición y estructura gracias a los fenómenos que podemos estudiar en la superficie y por otros métodos indirectos. El misterio, precisamente, radica en la capa más externa de nuestra estrella, la corona solar. Y es que desde que se empezó a estudiar el Sol de forma científica, no se ha podido resolver el enigma de la elevadísima temperatura que tiene la corona, contra toda lógica, muy superior a la de su superficie.
La corona, que se extiende por más de un millón de km desde la superficie solar (el Sol tiene 1.400.000 km de diámetro), muy diluida y enrarecida, tiene la escalofriante temperatura de 2 millones de grados centígrados, mientras que la superficie visible solo alcanza los 5.500ºC.
La corona solar debería estar mucho más fría que la superficie solar, ya que a medida que nos alejamos del núcleo del Sol, que está a 15 millones de grados, las diferentes capas se van enfriando hasta llegar a la superficie. Nunca ha habido una respuesta convincente a este misterio, aunque siempre se había hablado de poderosos campos magnéticos. Pero gracias a los estudios previos que se acaban de hacer, se ha podido ver qué ocurre y los científicos creen que parte del misterio ha sido descifrado.
Dos astrónomos de la británica Universidad de Northumbria, utilizando una cámara para ver el ultravioleta, han obtenido imágenes excepcionales y nítidas, aunque en un corto período de tiempo, de un musgo solar, plasma o material solar atrapado en poderosísimos campos magnéticos de la corona que puede ser el culpable de la subida de temperatura.
Estudiando la corona solar en longitudes de ultravioleta extremo, más allá del azul del espectro visible, se ha conseguido ver por primera vez los acontecimientos que tienen lugar en esa zona con una claridad antes nunca conseguida. La cámara empleada para la misión tiene cinco veces más píxeles que un televisor de última generación UHD.
A una velocidad endiablada
La cámara estaba observando una zona de la corona en la que los campos magnéticos son especialmente fuertes y allí encontró un musgo solar. El musgo apareció como una mancha considerablemente brillante. De tal forma que estos campos magnéticos crean estas estructuras particularmente brillantes y de altísimas temperaturas. Los musgos contienen campos magnéticos individuales altamente dinámicos con velocidades de 16.000 km/h, según James McLaughlin, autor del estudio.
Las ondas magnéticas son especialmente atractivas para el transporte de energía a lo largo de las estructuras magnéticas y para distribuirlas alrededor de la atmósfera del Sol. "Nuestro trabajo demuestra que las ondas magnéticas pueden desempeñar un papel clave en el calentamiento de la corona. La corta duración de las imágenes de alta resolución de la corona solar y los datos utilizados en este estudio pionero sólo nos han dado una visión tentadora de los secretos más ocultos del Sol. Muestran la necesidad de que futuros instrumentos permitan comprender estos fenómenos intrigantes", explica McLaughlin
Se ven en los eclipses
Por comparación, la corona solar es un billón de veces menos densa que la atmósfera terrestre y en realidad es un plasma (un estado fluido similar al gaseoso, el cuarto estado de la materia y el más abundante). Esta parte del Sol solo se puede ver cuando tiene lugar un eclipse total de Sol, ya que la Luna tapa completamente la superficie solar y la corona aparece como filamentos brillantes, en ocasiones más débiles que en otras, dependiendo de la actividad solar. Otro método de observación con telescopios es mediante un coronógrafo, que hace las veces de eclipse de Sol, ya que el Sol se tapa de forma artificial. La primera vez se vio la corona solar que tengamos constancia fue durante el eclipse de Sol de 1870.
Miguel Gilarte Fernández es director del Observatorio Astronómico de Almadén de la Plata (Sevilla) y presidente de la Asociación Astronómica de España.http://www.abc.es/ciencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario