domingo, 18 de mayo de 2014

Los glaciares del oeste de la Antártida están contrayéndose de manera irreversible

A través de los años, a medida que las temperaturas en todo el mundo han aumentado, quienes investigan el cambio climático han estado muy atentos a un lugar quizás más que a cualquier otro sitio: la capa de hielo del oeste de la Antártida, y particularmente la parte de ella que se derrite más rápidamente, los glaciares que se desplazan hacia el Mar de Amundsen.
En esa región, hay seis glaciares que están suspendidos gracias a un precario equilibrio; se encuentran parcialmente sostenidos por tierra y flotan parcialmente en las aguas fuera de la costa. En la capa de hielo hay suficiente agua congelada, que alimenta a estos gigantes helados, como para aumentar los niveles mundiales de los mares en casi 1,22 metro (4 pies), si se derritieran. Eso es inquietante porque los glaciares se están derritiendo. Es más, por medio de un nuevo estudio, se descubrió que la contracción parece ser imparable.

Hemos pasado el punto desde el cual no hay retorno”, dice Eric Rignot, un glaciólogo que trabaja en conjunto con el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, y la Universidad de California, Irvine. Rignot y sus colegas han utilizado datos proporcionados por radares satelitales durante 19 años con el fin de confeccionar mapas de los glaciares que se están derritiendo rápidamente. En su artículo, que ha sido aceptado para su publicación en la revista Geophysical Research Letters, los investigadores arriban a la conclusión de que “este sector del oeste de la Antártida está experimentando una inestabilidad en la capa de hielo marino que contribuirá significativamente a aumentar el nivel del mar” en los próximos siglos.
Un concepto clave que figura en el estudio llevado a cabo por Rignot es la “línea de asentamiento” (es decir, la línea divisoria entre la base del glaciar y el agua, que se encuentra ubicada por debajo de un glaciar). Como prácticamente todo el derretimiento se produce en el lugar donde las partes inferiores de los glaciares tocan el océano, para estimar la velocidad de dicho derretimiento es vital localizar la línea de asentamiento.
El problema es que las líneas de asentamiento están enterradas debajo de miles de metros de hielo glaciar. “Para el observador humano es todo un desafío descubrir dónde están”, explica Rignot. “No hay nada obvio que resalte en la superficie como para poder decir: ‘Aquí es donde el glaciar sale a flote’”.
Para hallar las líneas de asentamiento escondidas, ellos examinaron las imágenes de radar de los glaciares tomadas por los satélites de Observación Remota de la Tierra (Earth Remote Sensing satellites, en idioma inglés), de la Agencia Espacial Europea (European Space Agency, en idioma inglés), desde 1992 hasta 2011. Los glaciares se flexionan como respuesta a las mareas. Al analizar los movimientos de flexión, ellos pudieron trazar las líneas de asentamiento.
Esto llevó a un descubrimiento clave. En todos los glaciares estudiados, las líneas de asentamiento se estaban alejando rápidamente del mar.
“En este sector, estamos viendo tasas de contracción que no vemos en ningún otro sitio de la Tierra”, dice Rignot. La línea del glaciar Smith es la que más rápidamente se movió, pues se contrajo 35,40 kilómetros (22 millas) río arriba. Las demás líneas se contrajeron de alrededor de 9 a alrededor de 30 kilómetros (de 6 a 19 millas).
A medida que los glaciares se derriten y pierden peso, flotan lejos de la tierra donde solían estar asentados. El agua se introduce debajo de los glaciares y empuja la línea de asentamiento hacia el interior. Esto, a su vez, reduce la fricción entre el glaciar y su lecho. El glaciar avanza, se estira y adelgaza, lo que hace que la línea de asentamiento se contraiga más hacia el interior.
Este es un “círculo de retroalimentación positiva” que lleva a un derretimiento fuera de control.
El único factor natural que puede desacelerar o detener este proceso es un “punto de fijación” en el lecho de roca (una saliente o protuberancia que sujeta al glaciar desde abajo y no le permite deslizarse hacia el mar). Con el fin de investigar esta posibilidad, los investigadores confeccionaron un innovador mapa del lecho, ubicado debajo de los glaciares, utilizando datos de radar y otros datos proporcionados por satélites y por la misión aérea IceBridge, de la NASA. El mapa reveló que los glaciares ya habían flotado lejos de muchos de sus pequeños puntos de fijación.
En resumen, no parece haber retorno.
“A las velocidades de derretimiento actuales”, señala Rignot, “estos glaciares serán ‘historia’ dentro de unos pocos cientos de años”.http://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales

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