Durante décadas, sondas y rovers han sido los vehículos empleados por los científicos para explorar la superficie del planeta Marte. Sin embargo, su estructura, a base de ruedas y brazos robóticos, a menudo les impiden llegar a muchos lugares de difícil acceso para extraer las muestras necesarias. Conscientes de este defecto, un equipo de investigadores de la Universidad de Leicester está desarrollando un robot “saltarín”, que después de aterrizar y examinar la superficie que le rodea puede saltar a otro punto y comenzar un nuevo análisis sin que sus avances se vean obstaculizados por laderas empinadas o campos de rocas.
Proponen el uso de un vehículo propulsado por un potente motor que utilizará generadores termoeléctricos de radioisótopos. Con esta energía se alimentan unos dispositivos que permiten extraer dióxido de carbono del aire marciano y almacenarlo de forma líquida en su interior. Cuando hay suficiente gas acumulándose bombea en una cámara donde se expone al calor intenso de una fuente radiactiva y posteriormente se expande explosivamente a través de una boquilla, actuando como propulsor.
Los cálculos sugieren que el impulso conseguido podría permitir que una nave de una tonelada se desplazara hasta 900 metros en un solo salto, pudiendo cubrir hasta 40 kilómetros en pocos días.
"La ventaja de este enfoque es la capacidad de atravesar terrenos más agresivos, la movilidad en general y la posibilidad de recorrer distancias mucho mayores de lo actualmente se logra incluso con los rovers de gran éxito", asevera Hugo Williams, del Space Research Centre en Leicester.
Patas de 4 metros
El equipo propuso por primera vez el concepto de robot saltarín hace tres años. Desde entonces, ha estado trabajando para perfeccionar sus ideas. En concreto, los investigadores han orientado su esfuerzo a examinar con detalle cómo funcionaría el sistema de compresión de gas y cómo puede afectara la construcción de las patas del robot.
Las sondas planetarias actuales tienden a utilizar material alveolar deformable para amortiguar el impacto en el momento de la toma de contacto. Esta construcción resulta muy útil cuando el robot no se ha de mover de nuevo, pero en este caso se precisa de un sistema de aterrizaje reajustable para que pueda realizar múltiples saltos.
El equipo ha estado buscando en un sistema que emplea pocas partes móviles y ninguno de los fluidos hidráulicos encontrados típicamente en los vehículos de la Tierra.
“Imagínate saltando dentro y fuera de los cráteres y cañones, y la toma de muestras en lugares que están separados quizá por muchas decenas de kilómetros”, reflexiona Williams.
Por el momento, se ha esbozado la arquitectura para un rover de 1.000 kg con un palmo de la pierna de aproximadamente 4 metros. El cuerpo principal sería de unos 2,5 m de ancho.En esta escala, debe ser capaz de realizar al menos 20 kg de instrumentación científica.
Aunque el proyecto cada vez cobra más fuerza, aún quedan áreas que precisan de algunos retoques. Por ejemplo, el sistema que recoge y comprime el CO2 tarda varias semanas para producir un volumen útil de gas propulsor. Para ser verdaderamente práctico, el proceso de producción debe ser acortado considerablemente.
Este es sólo uno de los aspectos que se deben mejorar, pero el ingeniero de sistemas de la misión, Mike Williams, se muestra optimista.
"Aunque hemos identificado algunas limitaciones con diversas tecnologías, creo que hemos demostrado esamisión es factible. A menudo con estos proyectos aún en fases muy prematuras, a veces se puede demostrar con bastante rapidez que son totalmente inviables. Pero ese no es nuestro caso”.http://www.abc.es/ciencia/
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