Quien más o quien menos ha tenido una mala noche o ha disfrutado de una siesta muy larga y al despertar se ha sentido confuso y desorientado, casi dudando de qué momento del día era o dónde estaba el techo. Probablemente resultará sorprendente averiguar que las palomas, esos animales no precisamente reconocidos por su astucia, nunca han caído tan bajo. Según han concluido científicos de la Universidad de Iowa, el cerebro de las palomas es capaz de discriminar entre los conceptos abstractos de espacio y tiempo, y que además lo hacen usando una región cerebral distinta a la usada por primates. Estas conclusiones han sido publicadas recientemente en Current Biology.
«Las proezas cognitivas de las aves ahora son reconocidas como un poco más cercanas a las de primates humanos y no humanos», ha dicho Edward Wasserman, investigador en el departamento de Psicología Experimental y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Iowa, después de haber estudiado durante décadas la inteligencia de palomas, cuervos, babuinos y otros animales. «Los sistemas nerviosos de las aves son capaces de logros que van mucho más allá de lo que sugiere el concepto de "cerebro de pájaro"».
De hecho, tanto el equipo de Wasserman como otros han publicado numerosas investigaciones en las que se mostraban las increíbles capacidades del cerebro de las palomas: pueden distinguir emociones en las caras de las personas, letras del alfabeto, pastillas de medicametos, pinturas de Monet y Picasso e incluso imágenes de tejidos afectados con cáncer, como si se tratara de médicos entrenados.
Palomas midiendo espacio y tiempo
Quien no sepa todo esto, quizás pueda pensar que las palomas son idiotas, que solo se preocupan de dar vueltas y de mover el cuello de forma absurda cuando caminan. Pero en una serie de experimentos estas aves han demostrado una vez más por qué son animales capaces de sobrevivir tanto en el campo como en el difícil ambiente de las ciudades. El equipo de Wasserman les mostró en una pantalla una línea horizontal, y las aves tuvieron que estimar la longitud o la duración de tiempo que esta era visible. Las palomas, juiciosas, consideraron que las líneas más largas también duraban más, y que las que más duraban eran también más largas.
Esto sugiere, según Edward Wasserman, que las palomas usan una región de su cerebro para estimar el espacio y el tiempo, y que procesan ambos de forma combinada, tal como hacen los humanos y los demás primates.
Los humanos son capaces de percibir el espacio y el tiempo sin necesidad de usar una regla o de mirar un reloj, lo que quiere decir que manejan unos conceptos abstractos para ambos. Este proceso de creación de conceptos parece tener lugar en la corteza parietal, en las «afueras del cerebro», donde también tienen lugar procesos de pensamiento de alto nivel, como la conversación, la toma de decisiones y el procesamiento último de la información sensorial.
Pero las palomas no tienen una corteza parietal diferenciada. Así que, ¿es posible que piensen en el espacio y el tiempo de forma abstracta y combinada? Para averiguarlo, Wasserman y su equipo las pusieron ante una prueba: en una pantalla les mostraron una línea de seis o 24 centímetros y durante dos u ocho segundos. Cuando las palomas picoteaban un símbolo visual de forma correcta, tras estimar duraciones y longitudes, recibían comida. Si lo hacían mal, no.
«La tarea les forzó a procesar el espacio y el tiempo de forma simultánea», ha explicado el investigador. Así, averiguaron que las palomas, al igual que los primates, procesan ambos conceptos a la vez.
Y todo, a pesar de no tener corteza parietal: «Esta no es la única que juzga el espacio y el tiempo», ha dicho Benjamin De Corte, primer autor del estudio. «Las palomas cuentan con otros sistemas cerebrales para percibir estas dimensiones».
¿Qué significa todo esto? Las conclusiones del estudio se suman a otras investigaciones que poco a poco han ido demostrando que animales considerados normalmente como poco avispados, como los pájaros, reptiles y aves, son capaces de tomar decisiones abstractas de alto nivel. A fin de cuentas, muy tontos no pueden ser si han sobrevivido más tiempo en la Tierra que el propio ser humano.http://www.abc.es/ciencia
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