miércoles, 20 de diciembre de 2017

Una galaxia a 8 mil millones de años-luz aporta datos sobre los agujeros negros supermasivos

Representación artística de un blazar. Crédito: NASA/JPL-Caltech/GSFC.
En diciembre de 2016, lo que en imágenes digitales de telescopio parecía una estrella más entre otras se tornó 250 veces más brillante de lo normal. A casi 8 mil millones de años-luz de distancia, CTA 102 es un agujero negro supermasivo rodeado por un disco de materia que gira y chorros de material lanzados desde él (todo esto conocido de forma conjunta como un blazar). Y cuando aumentó de brillo, los astrónomos tomaron nota.

J. Ward Moody (BYU) captó múltiples imágenes diarias del blazar con un pequeño telescopio óptico. “Cuando explotó tal como lo hizo, nos ofreció la mejor oportunidad hasta la fecha de comprender por qué los blazares aumentan repentinamente de brillo”.


Y estudiar la luz del blazar a su vez puede ofrecernos datos sobre cómo se forman las galaxias. La mayoría de las galaxias cercanas poseen agujeros negros supermasivos en su centro. Los agujeros de las galaxias más viejas están solos, habiendo absorbido o expulsado hace tiempo el material que los rodeaba y los astrónomos no pueden estudiar los agujeros negros directamente porque no emiten luz. Pero los agujeros negros de las galaxias más jóvenes están rodeados de materiales y toda suerte de fenómenos físicos de alta energía.

El aumento de brillo de CTA 102 en 2016 (provocado por una masa de gas expulsada a través de un tubo magnético) permitió también a los investigadores explorar la estructura de los blazares, que se hallan tan lejos que aparecen como puntos de luz en las imágenes. Su estudio revela que los chorros de material lanzados desde el blazar probablemente siguen trayectorias onduladas en lugar de líneas rectas. De este modo, a medida que el material viaja por el chorro, gira y cruza por la línea visual de los astrónomos.https://observatori.uv.es

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