Una nueva investigación del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, entre otros, muestra que una estrella joven, recién formada en la Vía Láctea tuvo un crecimiento tan explosivo, que era inicialmente alrededor de cien veces más brillante de lo que es ahora, unos hallazgos que publica la revista 'Astrophysical Journal Letters'. Esta joven estrella se formó durante los últimos 100.000 años en nuestra propia galaxia, la Vía Láctea.
Una estrella se crea cuando una gran nube de gas y polvo se condensa y, finalmente, es tan densa que se hunde en una bola de gas, donde la presión calienta la materia generando una bola de gas incandescente, dando lugar al nacimiento de la estrella. Usando el 'Atacama Large Millimeter Array' (ALMA) en el norte de Chile, un equipo de investigación internacional liderado por Jes Jorgensen, del Instituto Niels Bohr, estudió esta joven estrella y sus alrededores.
"Hemos estudiado la química de la nube de gas y polvo que rodea a la protoestrella temprana (una etapa temprana de la formación de estrellas). En esta densa nube, se produce una reacción química que permite la formación de varios tipos de moléculas complejas, incluyendo el metanol.
Cabría esperar que todas las moléculas estaban cerca de la estrella, pero con una de ellas vimos una clara estructura de anillo. Algo había eliminado una molécula determinada, HCO +, a partir de una amplia área alrededor de la protoestrella", explica el astrofísico Jes Jorgensen, profesor asociado en el Instituto Niels y el Centro de Formación de Estrellas y Planetas en la Universidad de Copenhague.
Este experto explica que lo que es especial acerca de la molécula HCO + es que es particularmente sensible al vapor de agua e, incluso, pequeñas cantidades de vapor de agua disuelven la molécula. La ausencia de HCO + se puede utilizar para descubrir qué pasó durante el proceso de formación de estrellas.
En un primer momento, la nube de gas y polvo es extremadamente fría y moléculas simples, como el monóxido de carbono y el agua, se depositan en los granos de polvo y solidifican en hielo. Aquí, donde las moléculas están cerca unas de otras, es donde se unen entre sí para formar moléculas más complejas como metanol, etanol, azúcares simples, etcétera y agua en forma de hielo.
La gravedad de la temprana protoestrella atrae a gran parte de la nube de gas y polvo que la rodea y cuando el material cae cerca de la joven estrella, se ralentiza y la energía se convierte en calor. Este calor derrite el hielo, que se convierte en vapor de agua.
"A partir de la zona donde la molécula HCO + ha sido disuelta por el vapor de agua, ahora podemos calcular lo brillante que fue la joven estrella. Resulta que el área es mucho mayor de lo esperado en comparación con el brillo actual de la estrella. La protoestrella ha sido hasta cien veces más brillante de lo que la estrella es y desde la química también podemos decir que este cambio ocurrió dentro de los últimos entre cien a mil años, es decir, hace muy poco desde el punto de vista astronómico", explica Jes Jorgensen.
Esa erupción del brillo caliente también puede explicar el contenido de metanol condensado y el alto contenido de moléculas con carbono que hay en la nube de gas. Esto también podría tener una gran influencia en los procesos químicos que conducen a la formación de moléculas orgánicas complejas que más tarde se pueden incorporar en los sistemas planetarios.
Jes Jorgensen considera que no sólo ha sido una ráfaga de luz y radiación de calor, sino que eso podría ocurrir varias veces durante el proceso de formación. "Una de las preguntas más importantes es si se trata de un fenómeno común, es decir, si todas las estrellas jóvenes se someten a 'erupciones' similares y, en caso afirmativo, con qué frecuencia", se pregunta Jorgensen.http://www.europapress.es/ciencia
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