de Futurity/Universidad de Stanford
Un cohete de suministro no tripulado mandó la semana pasada 600 pequeñas hormigas comunes a la Estación Espacial Internacional (ISS). Los científicos quieren ver cómo estos insectos se adaptan a la microgravedad. El experimento ha sido puesto en marcha por científicos de la Universidad de Stanford.
Analizando cómo las hormigas adaptan sus algoritmos innatos y sus comportamientos en grupo podrían ayudar a los científicos a entender cómo otros grupos, como robots búsqueda de, responden ante situaciones difíciles.
Las hormigas se comunican entre sí por el contacto, por el olor y por tocar sus antenas. Los formícidos son capaces de determinar el número de compañeras que tienen a su alrededor y de saber si es una zona poblada. Además, suelen dar vueltas a su alrededor para reunir información del lugar en el que se hallan.
Una colonia de hormigas monitoriza su entorno (ya sea para identificar una amenaza, encontrar comida o un mapa de un terreno nuevo) mediante el envío de las hormigas obreras para rastrear la zona. Debido a que muchas de las hormigas tienen mala visión, y todas desprenden olor, una hormiga tiene que aproximarse mucho a un objeto para poder detectarlo.
Para hacer más complicado el asunto, una sola hormiga es la encargada de coordinar la búsqueda. ¿Cuál sería entonces la mejor manera de buscar?http://observatori.uv.es/
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