Casi diez años después de aterrizar en Marte, el increíble rover Opportunity de la NASA ha descubierto nuevos indicios que dan esperanza a la posible existencia de vida en el pasado remoto del planeta. El hallazgo se ha producido en el lugar que ahora ocupa el cráter Endevour, un enorme agujero de 22 km de diámetro que el vehículo explora desde agosto de 2011. Los datos obtenidos por la misión sugieren que la zona estaba anegada de agua con un PH casi neutro, ligeramente ácida, favorable para el mantenimiento de la vida microbiana. Sin embargo, el impacto de un objeto llegado del espacio hace 3.700 millones de años, el que causó el enorme cráter, empeoró las condiciones, hasta el punto de que los científicos creen el agua se volvió «súper salada», extremadamente ácida, prácticamente insoportable incluso para los organismos extremófilos más resistentes, capaces de vivir donde otros morirían sin remedio.
La investigación, publicada en Science, se suma a otras aparecidas recientemente en la misma revista sobre la habitabilidad del planeta a partir de los datos del último rover llegado a Marte, el Curiosity. Esos datos apuntaban a la existencia de un antiguo lago en el cráter Gale, que también pudo haber sido habitable. Al parecer, esa cuenca tenía las condiciones necesarias e indispensables para que pudieran desarrollarse a placer unos microbios que en la Tierra se encuentran fácilmente en las cuevas y fuentes hidrotermales.
El Opportunity, que junto a su gemelo Spirit -ya fuera de servicio- comenzó su exploración prevista para tres meses el 25 de enero de 2004 y que, milagrosamente, aún continúa en funcionamiento, fue dirigido al cráter Endeavor por los científicos después de que la sonda Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) indicara la presencia de minerales arcillosos ricos en hierro y aluminio en la zona. En el borde del cráter, en el área de Whitewater Lake, el rover tomó muestras de la formación Matijevic, un agrupación de rocas de grano fino, en capas, enriquecidas con minerales arcillosos. Los investigadores de distintos centros, dirigidos por R.E. Arvidson, de la Universidad Washington en San Luis (Misuri, EE.UU.), analizaron las esférulas (unas formaciones geológicas microscópicas en forma de esfera encontradas en el suelo marciano, también conocidas como arándanos), vetas y fracturas de esas rocas ricas en minerales y determinaron que la formación contiene las rocas marcianas y las señales de existencia de agua más primitivas que el rover haya encontrado jamás.
Los resultados de la investigación sugieren que el agua con diferentes valores de pH fluyó en esa zona de Marte antes y después de la formación del cráter Endeavour. Las rocas más jóvenes que yacen encima de la formación contienen la firma de agua súper salada, que habría dificultado mucho la vida incluso a los microorganismos más duros y resistentes. Sin embargo, las rocas más antiguas, las de antes del impacto, estás relacionadas con condiciones más suaves, teóricamente favorables para la vida o la química prebiótica.
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