jueves, 16 de enero de 2014

Investigadores españoles descubren el primer agujero negro orbitando una estrella “peonza”

del Instituto de Astrofísica de Canarias/Nature

Un equipo de investigadores de distintos centros españoles ha localizado el primer sistema binario formado por un agujero negro y una estrella “peonza” o de tipo Be (estrellas variables). Su existencia no es una sorpresa, ya que las teorías la contemplaban, pero nadie hasta el momento había sido capaz de encontrarlos. El hallazgo se ha llevado a término gracias a los telescopios Liverpool y Mercerator, del Observatorio de Roque de los Muchachos (de La Palma, Canarias). Este descubrimiento singular ha sido publicado por la revista Nature.


Las estrellas Be son relativamente abundantes en el Universo. Tan sólo en la Vía Láctea se han detectado más de 80 formando sistemas binarios junto con estrellas de neutrones. “Su particularidad es su elevada fuerza centrífuga: las estrellas giran sobre sí mismas a gran velocidad, cercana a su límite de rotura, como si fuesen peonzas cósmicas”, indica Jorge Casares, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y la Universidad de La Laguna (ULL), uno de los descubridores y experto en agujeros negros de masa estelar. La estrella, conocida como MWC 656, se ubica en la constelación del Lagarto a 8.500 años-luz de la Tierra y su superficie gira a más de un millón de kilómetros por hora.
Se trata de un cuerpo con una masa muy alta, entre 3,8 y 6,9 veces la masa solar. Se piensa que un objeto de esta masa sólo puede ser un agujero negro, porque ninguna estrella de neutrones es estable por encima de tres masas solares. El agujero orbita la estrella Be y se alimenta de la materia que esta va perdiendo. “La materia es atraída por el agujero negro y forma en su caída un disco, llamado disco de acreción. Estudiando la emisión de este disco hemos podido analizar el movimiento del agujero negro y deducir su masa”, explica Ignacio Negueruela, investigador de la Universidad de Alicante (UA).

La detección de agujeros negros representa un desafío desde que fueron intuidos por John Michell y Pierre Laplace en el siglo XVIII. Dado que la fuerza gravitatoria de estos cuerpos impide que la luz pueda escapar de su interior, los telescopios lo tienen complicado para detectarlos. Una manera de saber de la existencia de un agujero negro es estudiar la alta radiación de rayos X que emite.

Los científicos creen que estamos ante un miembro próximo de una población oculta de estrellas Be con agujeros negros. “Esperamos poder confirmar esto con la detección de otros sistemas en nuestra galaxia y en galaxias vecinas usando telescopios de mayor diámetro como el Gran Telescopio Canarias”, concluye Casares.http://observatori.uv.es/

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