Despertar tras dos años y medio hibernando. Ese es el tiempo que ha permanecido la nave espacial Rosetta en stand by en el espacio profundo para ahorrar combustible y costes de operación. La sonda, que forma parte de una misión espacial, despegó el 2 de marzo de 2004 a bordo del cohete Ariane 5 desde el Centro Espacial Europeo de Kourou (Guayana Francesa).
Para salir de la atmósfera del planeta, la sonda requirió el impuso gravitacional proporcionado por la Tierra y por Marte, debido a la elevada velocidad que precisaba. Este sistema, en el que se invirtieron 1.365 millones de dólares, se lanzó con la ambición de llegar hasta el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y alcanza la velocidad de 135.000 kilómetros por hora.
Después de una década de travesía por el Sistema Solar, este aparato ingenioso logrará el primer aterrizaje de la historia en un cometa en vuelo. La sonda espacial tardó varias horas en desperezarse y salir del letargo antes de poder entablar comunicación con la Tierra gracias a su antena. Es un momento que esperaban con impaciencia los ingenieros de la Agencia Espacial Europea (ESA), ya que sólo mediante ese contacto se podía confirmar que la nave sigue viva.
La radioseñal llegó y junto a ella, las esperanzas y la ilusión de los encargados de la misión. Todo salió tal y como se esperaba desde que la nave fuera “desenchufada” el 8 de junio de 2011. La sonda envió la señal desde una distancia de 807 millones de kilómetros. Aunque los técnicos del Centro de Operaciones de la ESA (Darmstadt, Alemania) se mantuvieron con el alma en un hilo, ya que la señal se retrasó casi una hora (estaba previsto recibirla a las 18:30, hora peninsular). Es comprensible la espera: la nave tuvo que calentar motores, encender los propulsores y apuntar con su antena hacia nuestro planeta.
La nave, bautizada Rosetta en homenaje a la piedra descubierta en 1799 y que permitió a los historiadores descifrar los misteriosos jeroglíficos del antiguo Egipto, podrá empezar a fotografiar al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. En agosto, más de diez años después de salir de la Tierra, pasará cerca del cometa y comenzará a producir un detallado mapa que permitirá elegir el lugar más apropiado para dejar caer al módulo de aterrizaje Philae.
Los cometas pudieron ser determinantes para construir el Sistema Solar que hoy conocemos. Los astrónomos barajan la posibilidad de que esos cuerpos trajeran el agua a nuestro planeta y, por lo tanto, que sean en parte los responsables de que la vida surgiera de la manera en que lo hizo. Se piensa que el origen de estos cometas se remonta a hace 4.500 millones de años. Ahora, la nave jugará un papel crucial para averiguar si esos cuerpos son idénticos al momento de su nacimiento o si presentan una evolución.http://observatori.uv.es/
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