"Muy bien, adelante, hazlo". El nuevo director del Grantecan, Romano Corradi (Milán, 1964), aprueba justo antes de nuestra entrevista la compra de unos tornillos. ¿Hasta los tornillos le consultan? "Es que estos tornillos cuestan miles de euros", advierte, porque son los que mueven la estructura del espejo de 10,4 metros del Gran Telescopio de Canarias (GTC) que le convierte en el mayor telescopio óptico del mundo. Corradi, que llegó a Canarias en 1994 con el primer programa de movilidad de investigadores jóvenes de la Unión Europea, acaba de hacerse con las riendas del consorcio que gestiona el telescopio. Toma el relevo de Pedro Álvarez, que dirigió durante casi dos décadas este proyecto en el que que trabajan 65 personas, la mayoría técnicos e ingenieros. Y con su llegada se completa un cambio generacional en el Instituto de Astrofísica de Canarias, después de que Rafael Rebolo sustituyera en su dirección a Francisco Sánchez, que pasó tres décadas al frente del organismo.
"Los cargos en ciencia tampoco deberían durar más de cinco o diez años", asegura este milanés enamorado de la naturaleza de La Palma, la isla bonita en la que se ubica este telescopio. Hay quien asegura que se trata de una infraestructura puntera a la que no se ha sabido explotar todo su potencial, en buena medida por culpa de la escasez de fondos que sufrió durante un lustro. Nada más ponerse al frente del GTC, Corradi acaba de firmar un acuerdo con China, para que se sume en el futuro a México y EE UU como socios de pleno derecho del consorcio, una forma de ganar recursos y relevancia. La idea que le obsesiona es conseguir el reconocimiento que merece esta "joya científica Made in Spain" antes de que se ponga en marcha la nueva generación de telescopios gigantescos que llegarán la próxima década. "Estamos en una de las instalaciones científicas más sofisticadas de España. Quiero que dejemos un legado que obligue a todos los astrofísicos del mundo a mencionar al GTC. Que deje una pequeña huella dentro del desarrollo de la astrofísica", sueña Corradi, mientras pelea para hacer ciencia excelente con presupuestos hasta cuatro veces más cortos que sus competidores.
Pregunta. Se ha estrenado en el cargo con este importante acuerdo con China, ¿cómo se gestó? ¿Llaman ellos a su puerta o los fueron a buscar?
Respuesta. Un poco de ambas. En Grantecan estamos buscando socios nuevos activamente. Las razones son muy sencillas: ampliar nuestra comunidad siempre es bueno científicamente, aportar gente nueva, conocimiento nuevo. Los grupos son cada vez más y más grandes. Unir esfuerzos ayuda a dibujar proyectos más ambiciosos. Y ellos estaban interesados científicamente: aunque necesitamos dinero, el dinero nunca debe ser la motivación. Los chinos están en una fase de expansión brutal y están interesados en todos los experimentos atractivos... y el GTC lo es. Porque es el telescopio más potente del mundo, al menos sobre el papel. Y en la realidad también, porque el tamaño es decisivo.
P. ¿Qué pueden aportar los chinos?
R. Si quieres ser un socio del Grantecan tienes que contribuir con lo que costó construirlo en su tiempo, tu parte del gasto de inversión inicial. Y pagar en efectivo siempre es muy complicado, en la ciencia preferimos que se pague en especie: con un instrumento. En eso estamos trabajando, en un instrumento que sea altamente competitivo. Que mantenga al GTC en la frontera de la astronomía. Se está empezando a definir la idea de lo que debe ser. Ellos están interesados en muchos campos, aunque la búsqueda de Tierras es el tema candente, la idea es encontrar planetas como la Tierra.
P. ¿Dar con un planeta realmente parecido al nuestro será el legado de este telescopio?
R. Estoy seguro de que dentro de diez años daremos con uno verdaderamente parecido a la Tierra. Ese último que ha salido está muy en el límite de ser una Tierra de verdad. Lo que quiero que encontremos es un planeta alrededor de una estrella amarilla como el Sol, y a la distancia de la Tierra. Con agua líquida, que la diferencia de temperatura entre hemisferios sea pequeña porque hay una atmósfera... A eso no hemos llegado todavía, pero si lo ves desde la perspectiva de hace 20 años, los pasos que se están dando son de gigante, casi ciencia-ficción. El siguiente reto es estudiar la composición química del planeta y de su atmósfera, cosa que se está empezando a hacer ya. El GTC ya puede medir los elementos más comunes de la atmósfera de los exoplanetas, pero estamos en una fase muy primitiva. Ahí tenemos que mejorar.
P. ¿Qué le falta al GTC para ser reconocido como el más grande en todos los sentidos?
R. Tenemos esa debilidad, el GTC no tiene el lugar que se merece en el plano del reconocimiento popular ni en el de la comunidad científica. Pero es joven todavía. Empezó en 2009, a trabajar bien a partir de 2012, y la producción científica ha ido aumentado de forma considerable. Si miramos en cantidad, está a la altura de los grandes telescopios cuando eran tan jóvenes como GTC. Hemos llegado a un nivel de eficiencia que nos permite ser ambiciosos: ya tenemos siete artículos en la revista Nature. Pero falta más, un pasito más, para ganar la reputación que merece. Hace poco se tomó con GTC la imagen más profunda que nunca se ha obtenido. Eso es lo que tiene que hacer: llegar donde otros no han llegado.
P. ¿Le ha faltado apoyo?
R. Las cosas tardan en madurar, pero eso no quita que GTC tenga sus retrasos. Estamos moviéndonos en una situación de crecimiento nulo donde todos los elementos siempre van con retraso porque no tenemos recursos de emergencia, no tenemos perspectiva a medio plazo en nuestro presupuesto. El Gobierno de Canarias se ha comprometido hasta 2020. Lo del Gobierno central es más complicado, porque dependemos de los presupuestos anuales. Y eso que el GTC es un telescopio barato, comparado con telescopios similares.
P. ¿Cómo se compara el presupuesto del GTC con el de sus competidores?
R. Respecto a los más caros, tenemos menos de la cuarta parte. Y el segundo telescopio más barato cuesta el doble que el GTC. Es para quitarse el sombrero lo bien está funcionando el GTC a pesar de tener una financiación tan modesta para ser el tipo de instalación que es, el telescopio más grande del mundo, el más potente. Son 7,6 millones sobre el papel, aunque en realidad ni llegamos a eso. Pero no me quiero quejar: la crisis profunda la tuvo cuando llegó la crisis a España, que no tenía dinero. Ahora no estamos peor que otras instituciones científicas, no hay que ser catastrofistas.
P. ¿La historia del GTC es un ejemplo de la falta de apoyo español a la ciencia?
R. No es un problema solo de GTC, es un problema estructural, general. Es la política del Gobierno hacia el I+D. Aunque si miras en Italia, pasan cosas parecidas. Está claro que cuando se planifica un proyecto científico hay que hacerlo con una perspectiva muy a largo plazo: significa financiar la construcción, pero también financiar la operación posterior y financiar la explotación, la parte científica, a los investigadores que trabajan aquí. Esta planificación debe ser de 30 años para un telescopio así, y por lo menos debería haber planes para 10 años. Antes de aprobar un proyecto nuevo, deberían pensar también en eso.
P. Parece que sea más fácil encontrar dinero para inaugurar una instalación como esta que respaldo posterior para hacer ciencia.
R. Eso lo has dicho tú (risas).
P. El GTC es un telescoR. El argumento de que el GTC es barato no me vale. Es barato porque estamos haciendo esfuerzos sobrehumanos para hacerlo funcionar bien. Yo quisiera un GTC más caro para hacer esfuerzos sobrehumanos también y que tuviéramos mejores resultados todavía. En el GTC estamos siempre trabajando con el agua al cuello, con los tiempos, los recursos, en todos los sentidos. Y estamos respondiendo de forma fenomenal, pero no se puede justificar la situación en la que estamos.
P. Acaba de llegar un nuevo instrumento para explotar las capacidades del GTC.
R. Tenemos dos instrumentos muy importantes. Osiris, que ve en la luz visible, y que hasta ahora ha sido nuestro gran caballo de batalla, con él se ha hecho el 90% de la ciencia. Pero el rango del infrarrojo cercano es una zona muy importante para la astrofísica: y ahí es donde trabaja el nuevo instrumento, Emir. Nos aporta importantes ventajas: permite observar cuerpos más fríos, lo que llamamos el universo frío, como planetas y algunas estrellas, y también cosas muy interesantes como las nubes de gas en donde se forman las estrellas. También nos permite ver mejor las galaxias del universo temprano en formación. Lo hemos montado hace poco: ha tardado sus años, pero es muy sofisticado y competitivo.pio barato y eso está ayudando a la candidatura para traer a Canarias el Telescopio de Treinta Metros (TMT).
P. ¿Ha llegado con retraso este aparato decisivo?
R. Se esperaba hace ya unos cuantos años. Han pasado quince años desde que se ideó y eso es demasiado. Afortunadamente, es tan complejo y ambicioso que en ningún lugar del mundo se han desarrollado instrumentos mejores, solo similares. Se pensó con perspectiva: ha llegado tarde y aún así va a ser muy competitivo.
P. Su intención es aprovechar el tiempo para ser la referencia hasta que lleguen los grandes telescopios.
R. Exacto. Tenemos hasta 2025, que será cuando estén funcionando los futuros telescopios grandes, para ser la referencia. El GTC ha sido diseñado para ser un telescopio muy versátil, para tener muchas estaciones focales, podemos tener hasta cinco o seis instrumentos trabajando a la vez. A final de año vendrá Megara, otro instrumento muy potente, que va a hacer cosas que ninguno en el mundo puede hacer. Puede estudiar muchos objetos a la vez con una precisión muy alta: no hay otro que lo haga tan bien. Serviría para todos los objetos en el cielo que son extensos, para estudiar toda una galaxia a la vez, sin tener que detenernos de objeto en objeto.http://elpais.com/elpais
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