miércoles, 13 de noviembre de 2013

Estrellas jóvenes pintando un espectacular paisaje estelar

La mayor parte de las estrellas no se forman solas, sino rodeadas de “hermanos y hermanas” que se crean más o menos al mismo tiempo a partir de una única nube de gas y polvo. NGC 3572, en la constelación austral de Carina (La quilla), es uno de esos cúmulos. Contiene muchas jóvenes estrellas calientes blanco-azuladas que brillan intensamente y generan potentes vientos estelares que tienden a dispersar gradualmente los restos de gas y polvo de sus alrededores. Las resplandecientes nubes de gas y los cúmulos estelares que les hacen compañía son los protagonistas de una nueva imagen obtenida por el instrumento Wide Field Imager, instalado en el telescopio MPG/ESO de 2,2 metros en el Observatorio La Silla de ESO, en Chile [1].

En la zona inferior de la imagen aún puede verse una gran parte de la nube molecular que dio lugar al nacimiento de estas estrellas jóvenes. La potente radiación procedente de sus llameantes hijas ha influido notablemente en la nube, ya que la radiación no solo la hace brillar con una tonalidad característica, sino que también las esculpe con formas sorprendentemente retorcidas, lo que incluye burbujas, arcos y oscuras columnas que los astrónomos denominan trompas de elefante [2].


Una de las extrañas formas captadas en esta imagen es la pequeña nebulosa en forma de anillo situada ligeramente encima del centro de la imagen. Los astrónomos aún no tienen muy claro el origen de esta curiosa forma. Probablemente se trate de un denso resto de la nube molecular que formó el cúmulo, tal vez una burbuja creada en torno a una estrella muy caliente y brillante. Pero algunos autores han considerado que puede ser algún tipo de nebulosa planetaria de forma peculiar — el remanente de una estrella moribunda [3].

Las estrellas que nacen dentro de un cúmulo pueden ser hermanas, pero no gemelas. Tienen casi la misma edad, pero difieren en tamaño, masa, temperatura y color. El transcurso de la vida de una estrella se determina principalmente por su masa, por lo que un cúmulo determinado contendrá estrellas en varias etapas de sus vidas, proporcionando a los astrónomos un laboratorio perfecto en el cual pueden estudiar cómo evolucionan las estrellas [4].

Estos grupos de estrellas jóvenes permanecen unidos durante un tiempo relativamente corto, normalmente unas decenas o centenares de millones de años. Se dispersan gradualmente debido a interacciones gravitatorias, pero también debido a que las estrellas más masivas tienen vidas cortas, queman su combustible rápidamente y finalmente acaban sus vidas con violentas explosiones de supernova, contribuyendo así a la dispersión del gas remanente y de las estrellas del cúmulo.

Notas
[1] Los datos utilizados para crear esta imagen fueron obtenidos por un equipo liderado por el astrónomo de ESO Giacomo Beccari. Utilizaron la gran capacidad del instrumento Wide Field Imager para estudiar la física de los discos protoplanetarios de las jóvenes estrellas de NGC3572. Se sorprendieron al encontrar que este cúmulo contiene estrellas de más de diez millones de años que aún están, de manera inequívoca, sufriendo un proceso de acreción de masa y, por tanto, aún deben estar rodeadas de discos. Esto prueba que la formación estelar en NGC3572 se ha desarrollado durante, al menos, 10–20 millones de años e implicaría que el proceso de formación planetaria podría evolucionar en escalas de tiempo mucho mayores de lo que se pensaba.

[2] Los ejemplos más famosos de este tipo de zonas con forma de “trompa de elefante” son los Pilares de la Creación, en la Nebulosa del Águila, los cuales fueron captados con exquisito detalle por el telescopio espacial Hubble de NASA/ESA (http://www.spacetelescope.org/images/opo9544a/).

[3] Cuando una estrella tipo Sol agota todo su combustible, expulsa sus capas exteriores al espacio circundante. Los restos de calor de la estrella continúan iluminando con fuerza este material, creando hermosas, pero breves, capas brillantes de gas ionizado y formando lo que se denomina nebulosas planetarias. Este nombre histórico está relacionado únicamente con la apariencia del objeto visto con un telescopio pequeño, no con una relación física real con un planeta.

[4] La vida de una estrella depende significativamente de cuánto pesa. Una estrella cincuenta veces más masiva que el Sol tendrá una vida de tan solo unos pocos millones de años, el Sol vivirá unos diez mil millones de años, mientras que las estrellas enanas rojas de baja masa pueden vivir billones de años — mucho más que la edad actual del universo.http://www.eso.org/public

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