lunes, 8 de diciembre de 2014

Las negociaciones sobre el clima en Lima se enfrentan a una prueba crítica

LIMA, Perú – En los últimos días, algunos rayos de sol irrumpieron la capa de smog que se cierne sobre esta bulliciosa ciudad de antiguas pirámides de adobe y restaurantes elegantes de cocina fusión. Pero los diplomáticos y activistas presentes aquí para participar en las conversaciones sobre el cambio climático de la ONU dicen que el buen tiempo es inversamente proporcional al estado de ánimo sombrío que acobija las negociaciones.

Los ministros que llegarán a la capital suramericana esta semana encontrarán poco rastro de la alegría que marcó la apertura de la cumbre la semana pasada. La emoción temprana en torno al anuncio hecho por Estados Unidos y China para reducir sus emisiones de carbono y una infusión internacional de casi $ 10.000 millones a un fondo mundial sobre el cambio climático se ha desvanecido ante un disgusto familiar entre las naciones pobres de que los países ricos siguen sin hacer suficiente.

La aparición mañana del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, y del exvicepresidente de Estados Unidos Al Gore, el jueves, todavía podría salvar las conversaciones. Pero con la creación de un nuevo acuerdo internacional sobre el calentamiento global en jaque, los observadores dicen que existe una gran preocupación por la dirección que las conversaciones están tomando.


"Si para el final de la semana persiste un estado de ánimo muy negativo, pese haber logrado superar una de las barreras más grandes en la acción climática en los últimos 20 años, entonces tenemos un problema real con nuestra capacidad de avanzar en este proceso", dijo Jake Schmidt, director de política climática internacional por el Consejo de Defensa de Recursos Naturales.

Las decisiones que se deben tomar esta semana prepararán el terreno para el nuevo acuerdo global, programado para ser firmado el próximo año en París. Si Estados Unidos y otros países industrializados logran su objetivo, será un acuerdo dramáticamente diferente del actual Protocolo de Kioto.

El tratado en vigencia, firmado en 1997, obliga solo a los países ricos a reducir sus emisiones de carbono, al tiempo que les exige que retribuyan con dinero a las naciones más pobres que toman acciones voluntarias de disminución de emisiones. El nuevo acuerdo podría llevar a todas las naciones a hacer promesas unilaterales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en los años posteriores a 2020.

Se espera que los gobiernos declaren sus compromisos climáticos para el primer trimestre del próximo año, en este proceso, las naciones ricas están bajo intensa presión para dar a conocer no solo sus metas de recorte de emisiones de carbono, sino también la cantidad de dinero que van a entregar para ayudar a impulsar el desarrollo de energía limpia y proteger a las naciones vulnerables al cambio climático.
Estados Unidos y Europa se oponen al esfuerzo, diciendo que va a distraer del objetivo primordial de reducir las emisiones. Los activistas sostienen que los países ricos simplemente no quieren comprometerse a promesas financieras.

¿Cómo medir la ambición?
“Cuando uno no sabe lo que la escala de ambición va a ser... pareciera que nos dirigimos a un acuerdo muy débil en París”, dijo Meena Raman del grupo sin fines de lucro Third World Network.

Sin embargo, no todos los países en desarrollo están en la misma página. Saleem Huq, que trabaja en estrecha colaboración con un bloque de los países menos desarrollados del mundo, dijo que su primera prioridad es ver que todos los países individualmente muestren cómo van a frenar las emisiones de carbono. Los países ricos sin duda tendrán que aportar más dinero, dijo, pero no necesariamente tiene que estar en el compromiso inicial.

“El elemento más importante es la mitigación. Todos los países deberían hacer todo lo posible, y estamos dispuestos a hacer nuestra parte”, dijo Huq.

En cuanto a los compromisos financieros de los países desarrollados, dijo: “Ellos no tienen que prometerlo en un documento, solo tienen que ponerlo en un fondo”.

Pero no hay duda de que la cuestión está alimentando la ira hacia los países desarrollados, especialmente Estados Unidos. El gobierno de Obama hasta parece estar perdiendo la buena voluntad adquirida tras el acuerdo de reducción de emisiones en conjunto con China.

Raman adujo que Estados Unidos está recibiendo elogios que no merece y calificó la promesa del presidente Obama de reducir las emisiones de 26 a 28 por ciento por debajo de los niveles de 2005 para el año 2025 como “débil”. Todo esto, en combinación con los esfuerzos para evitar promesas financieras específicas o que el acuerdo de París sea jurídicamente vinculante, hace pensar que se pueda repetir el fracaso del acuerdo de la ONU de 2009 en Copenhague, Dinamarca.

“La última vez que tuvimos el liderazgo de EE.UU., en Copenhague, fue básicamente socavando un régimen climático robusto”, dijo Raman. “Con EE.UU. es su manera o de ninguna manera. La parte triste de todo esto es que los países en desarrollo seguirán el camino... pero esa es una arquitectura que no va a salvar el planeta”.

Paul Bledsoe, quien trabajó en asuntos climáticos en la administración del expresidente Clinton, sostuvo que los objetivos estadounidenses son ambiciosos. “Estados Unidos merece el reconocimiento. Lo que tenemos que asegurarnos es que en realidad cumplan con lo prometido”, dijo.

Sin embargo, primero el gobierno de Obama tendrá que demostrar que está en camino de cumplir su objetivo actual de reducir las emisiones de 15 a 17 por ciento para el 2020. Los países tendrán la oportunidad de cuestionar a la delegación de Estados Unidos hoy acerca de si la autoridad de la acción ejecutiva Clean Air Act, que la administración está usando a falta de legislación, realmente puede llevar a cabo la tarea.

Esperar y ver o tomar acciones

“Entienden que la administración Obama está avanzando mucho más agresiva que lo hacía antes, y quieren estar seguros de que no es solo humo y espejos”, dijo Schmidt de NRDC.

Pero con los compromisos posteriores a 2020 ocupando la mayor parte del enfoque de negociación, otra pelea importante será sobre qué tipo de proceso de revisión esas promesas de disminución de emisiones deben incluir. Estados Unidos ha instado a que los países declaren sus objetivos con suficiente antelación a las negociaciones de París para que otras naciones y grupos de vigilancia pueden pesar la ambición de cada nación.

Las pequeñas naciones insulares y un grupo de países latinoamericanos progresistas, por su parte, están presionando para que se dé un proceso de revisión más estructurado, mientras que China se ha opuesto a una revisión.

Adrian Macey, exembajador de cambio climático de Nueva Zelanda, dijo que el estancamiento de la semana pasada es una reminiscencia de las estrategias utilizadas antes de Copenhague. Los países, dijo, están jugando el “juego largo” y centrándose más en París que en las negociaciones de Lima.
“Hemos tenido una semana entera de afirmar posiciones. No ha habido ninguna negociación”, dijo Macey. “Si usted tiene su objetivo en el final del juego, usted quiere incluir en el texto cuántas palabras como se pueda”, agregó. “Nadie va a hacer ninguna concesión, porque ¿por qué hacerlas ahora?”

Pero la expresidente de Irlanda y Enviada Especial de la ONU para el Cambio Climático, Mary Robinson, dijo que los países no pueden darse el lujo de sus habituales tácticas de esperar hasta el último minuto. Señaló que el mundo está en un peligroso camino hacia un cambio climático catastrófico y dijo que los países deben comprometerse a un camino de “cero emisiones, cero pobreza”.

“Hay mucho que hacer aquí en Lima con el fin de tener un acuerdo exitoso en París”, dijo Robinson. “Yo creo que hay un impulso. Eso es importante, porque tenemos mucho que hacer, y es increíblemente urgente. Espero que el debate continué de manera positiva, porque nos estamos quedando sin tiempo”.


Reimpreso de Climatewire con permiso de Environment & Energy Publishing, LLC. www.eenews.net, 202-628-6500. http://www.scientificamerican.com/

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