El grupo ERICA (Espectroscopía Avanzada en Ciencias de la Tierra y Planetarias) de la Universidad de Valladolid (UVa), coordinado por el catedrático Fernando Rull, está preparándose para el uso en Marte de la herramienta RLS (Raman Laser Spectrometer), el primer espectrómetro Raman en ser validado para misiones espaciales, que se utilizará para localizar restos de vida en el marco de ExoMars, la misión planetaria que la Agencia Espacial Europea (ESA) y la corporación espacial rusa Roscosmos lanzarán en 2022 hacia el planeta rojo.
El grupo de investigación, que lidera el desarrollo de la herramienta, ha analizado muestras semejantes a las que se podrán encontrar en Marte, procedentes de la bahía de Chesapeake (Estados Unidos), que forman parte de la colección de análogos de Marte en la Tierra del proyecto PTAL y han obtenido unos resultados muy prometedores.
La bahía de Chesapeake preserva uno de los pocos cráteres terrestres producidos por el impacto de un bólido en una superficie cubierta por agua. Esto lo convierte en un análogo terrestre de Marte, ya que la superficie del planeta rojo se caracteriza por la presencia de numerosos cráteres similares. Y, por ende, el lugar ideal para probar las capacidades del RLS en la identificación de compuestos minerales que indicarían la presencia de vida.
Marco Veneranda, investigador del grupo ERICA y miembro del equipo RLS, recuerda que “al comparar las estructuras de impacto marcianas con el cráter de la bahía de Chesapeake se descubrió que algunas podrían haberse producido por el impacto de un meteorito contra una superficie cubierta por agua”. Teniendo en cuenta que calor y agua son los componentes principales para la proliferación de microorganismos, estos cráteres representarían “uno de los lugares más prometedores para la búsqueda de vida en Marte”, principal objetivo de la misión ExoMars.
“La presencia de agua, junto con el calor generado por el impacto, hace que las rocas localizadas en el centro del cráter sufran procesos de metamorfosis y alteración hidrotermal. La detección de los productos de alteración tiene un alto valor científico ya que ayudan a reconstruir las dinámicas del impacto y la evolución geológica del lugar”, precisa el científico.
Minerales que esconden información valiosa
Para probar en la Tierra la herramienta RLS que viajará a Marte, el equipo ha desarrollado el RLS ExoMars Simulator. Este instrumento “permite reproducir en la Tierra análisis cualitativamente comparables” y por ello “tiene una importancia clave para prepararse ante los desafíos de la futura misión marciana”, asegura Veneranda.
Los resultados obtenidos del análisis de las muestras procedentes del cráter de Chesapeake (Estados Unidos) mediante Raman han sido muy prometedores. Frente a otras técnicas que ya operan y operarán en Marte, el RLS ExoMars Simulator ha permitido identificar numerosos compuestos minerales minoritarios y productos de alteración que no fueron detectados por técnicas complementarias. Un dato alentador, ya que “los minerales presentes en pequeñas concentraciones son los que, a menudo, proporcionan valiosas informaciones sobre la posible presencia de vida”, subraya el investigador del ERICA.
En concreto, la herramienta fue capaz de detectar siderita (FeCO3) y barita (BaSO4), que de localizarse en Marte proporcionarían “la evidencia espectroscópica que confirmaría la ocurrencia de procesos de alteración hidrotermal”. La detección de este tipo de compuestos en un cráter marciano ayudaría así “a confirmar la presencia de agua al momento del impacto, lo que convertiría a ese lugar en un objetivo científico extremadamente interesante para estudios astrobiológicos”.
Así trabajará el Rover Rosalind Franklin
Para alcanzar el objetivo principal de la misión, el Rover –el vehículo de exploración planetaria- Rosalind Franklin combinará el uso de múltiples instrumentos. Según explica Veneranda, un radar (WISDOM) explorará el subsuelo para identificar ubicaciones donde hay o hubo agua (componente esencial para la vida). Una vez detectadas zonas de interés, un taladro recolectará muestras geológicas a una profundidad de dos metros. Dichas muestras serán pulverizadas y enviadas al laboratorio analítico (ALD) del Rover. Aquí, el RLS trabajará en combinación con otros instrumentos para detectar la posible presencia de biomarcadores.
Dentro del ALD, el RLS trabajará en combinación con un espectrómetro visible/infrarrojo (MicrOmega) para caracterizar la composición mineralógica de las muestras de subsuelo Marciano y revelar la posible presencia de compuestos orgánicos. Los datos proporcionados por el RLS servirán para seleccionar los materiales que se enviarán al MOMA (Mars Organic Molecule Analyzer), un instrumento capaz de extraer e identificar las moléculas orgánicas potencialmente preservadas en la matriz de la muestra.
Exomars se pospone a 2022
La mayoría de los componentes del módulo de aterrizaje y del Rover están casi listos para el lanzamiento, que estaba inicialmente planeado para el verano de este año. Sin embargo, “el cumplimiento de este plazo pasaba por la resolución de algunos problemas técnicos detectados en los paracaídas y la electrónica del Rover”, recuerda el científico de la UVa.
“El poco tiempo a disposición para realizar las mejorías necesarias, combinado con las drásticas medidas de prevención actuadas para contener el brote pandémico de Covid-19, han llevado a la ESA a posponer la misión a la próxima ventana lanzamiento, que se abrirá en agosto de 2022”, lamenta.
Pero este nuevo retraso de dos años no será en vano, ya que el grupo ERICA y el equipo RLS quieren aprovecharlo para perfeccionar las herramientas de análisis de datos del instrumento. “Esto permitirá optimizar la interpretación de los espectros Raman y aumentará las probabilidades de éxito de la misión”, concluye.https://www.dicyt.com/noticias/la-uva-ensaya-con-muestras-del-crater-de-la-bahia-de-chesapeake-estados-unidos-la-deteccion-de-vida-en-marte
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