Representación artística de la enana blanca. Crédito: Universidad de Warwick / Mark Garlic |
La estrella, situada a 150 años luz de nosotros, ha sido identificada gracias a los datos recogidos por el telescopio Gaia, de la Agencia Espacial Europea (ESA). De esta forma, los astrónomos usaron el Telescopio William Herschel (WHT), del Grupo de Telescopios Isaac Newton (ING), instalado en el Observatorio del Roque de los Muchachos (Garafía, La Palma), para centrarse en el seguimiento de posibles enanas blancas de grandes dimensiones. Aplicando un procedimiento de espectroscopía y tras descomponer la luz emitida por la estrella, los científicos pudieron determinar la composición química de su atmósfera y descubrir altos niveles de carbono en ella, algo inusual.
El autor principal de la investigación, Mark Hollands, del Departamento de Física de la Universidad de Warwick, comenta: “Esta estrella destacó por ser algo que no se había visto antes. Habitualmente, esperamos observar una capa exterior de hidrógeno, a veces mezclada con helio, o simplemente una combinación de helio y carbono. No esperas ver esta combinación de hidrógeno y carbono al mismo tiempo ya que debería haber una capa gruesa de helio en medio que evite eso. Cuando observamos esto, no tenía sentido”.
“Tenemos una composición – añade Hollands – que no podemos explicar a través de la evolución estelar normal, una masa que es el doble de la esperada para una enana blanca, y una edad cinemática mayor que la inferida por el enfriamiento. Estamos seguro de cómo una estrella forma una enana blanca y no debería hacer esto. La única forma de explicarlo es que fue formada a partir de la fusión de dos enanas blancas”.https://observatori.uv.es/
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