Un equipo de expertos de la Universidad de Alberta en Edmonton ha realizado una investigación, usando datos de la misión THEMIS de la NASA, cuyos resultados revelan que las ondas expansivas magnéticas pueden usarse para predecir y señalar con precisión la ubicación del borde del espacio donde las tormentas espaciales disipan su energía.
La técnica puede ser considerada como la Sismología del Espacio, con el epicentro marcando el lugar donde una energía igual a 50 gigavatios de potencia, equivalente a la producción de 10 de las centrales eléctricas más grandes del mundo, se descarga a la atmósfera.
Los físicos Jonathan Rae e Ian Mann dirigen el equipo de investigación de la Universidad de Alberta que ha encontrado el epicentro del impacto. Su equipo está usando estaciones terrestres repartidas por el norte de Canadá y los cinco satélites del proyecto THEMIS para localizar las perturbaciones magnéticas que se desencadenan cuando las tormentas espaciales chocan contra la atmósfera de nuestro mundo. Con la información de la "sismología" espacial, los investigadores buscan entonces el ojo de la tormenta, a cientos de miles de kilómetros sobre la Tierra.
El lado benévolo de las tormentas espaciales lo podemos ver en las auroras polares. Cuando las partículas cargadas eléctricamente vuelan hacia la Tierra, hasta toparse con la atmósfera, el resultado es a menudo una danza de luces que brillan de manera débil aunque fascinante en el cielo de las regiones polares.
El equipo de la Universidad de Alberta también ha determinado que los "temblores magnéticos" muestran que el impacto de la tormenta espacial contra la atmósfera tiene un epicentro único. El ojo de la tormenta está en el espacio profundo, mucho más allá de las órbitas de la mayoría de los satélites de comunicación.
Guiados por el campo magnético de la Tierra, los temblores magnéticos se propagan a gran velocidad a través del espacio hacia el planeta. Estas perturbaciones activan sensores magnéticos en la superficie de la Tierra cuando impactan contra la atmósfera en la frontera del espacio. Los efectos de las tormentas espaciales, incluyendo las auroras polares, vienen unos minutos después.
La Tierra está protegida de los efectos directos más perjudiciales de la radiación de estas tormentas espaciales por su atmósfera, pero los efectos residuales pueden bastar para causar daños en la superficie o cerca de ella. Y, por otra parte, en el espacio no hay dónde esconderse.
Las partículas de alta energía cargadas eléctricamente que son liberadas en las tormentas espaciales pueden averiar vehículos espaciales, interrumpir las comunicaciones de radio y la navegación por GPS, así como dañar las redes de distribución de energía eléctrica.
fuente: www.astropampa.com
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