Imagen obtenida en el Observatorio de La Silla de Chile. | ESO. |
Para medir la distancia desde la Tierra a una galaxia cercana, los astrónomos deben confiar en un tipo de estrellas variables llamadas Cefeidas, que actúan como indicadores de distancia. La Cefeidas son estrellas muy luminosas, cuyo brillo varía a intervalos regulares. El tiempo que tarda una de estas estrellas en pasar del brillo máximo al mínimo puede ser introducido en una simple fórmula matemática que permite obtener su brillo intrínseco. Cuando se compara este valor con el brillo medido, se obtiene su distancia. Sin embargo este método no es infalible, ya que los astrónomos piensan que esta relación entre período y luminosidad depende de la composición de la Cefeida.
A 11 millones de años luz de la Tierra
Otro problema surge del hecho de que parte de la luz emitida por la Cefeida puede ser absorbida por polvo en su ruta a la Tierra, haciéndola aparecer más tenue y, por lo tanto, más lejos de lo que realmente está. Este es precisamente el problema de NGC 247 con su orientación tan inclinada, ya que la línea de visión de las Cefeidas pasa a través del disco de polvo de la galaxia.
Por ello, un grupo de astrónomos está actualmente revisando los factores que afectan a estos objetos marcadores de distancias cósmicas en un estudio llamado Proyecto Araucaria. El equipo ya concluyó que NGC 247 está al menos un millón de años-luz más cerca de la Vía Láctea de lo que previamente se creía, rebajando su distancia a tan sólo unos 11 millones de años-luz.
Esta imagen en colores fue creada a partir de un gran número de exposiciones monocromáticas tomadas a través de filtros azul, amarillo/verde y rojo, durante muchos años. Adicionalmente, se incluyeron exposiciones tomadas a través de un filtro que aísla el brillo proveniente del gas de hidrógeno, el que fue coloreado de rojo. El tiempo total de exposición por filtro fue de 20 horas, 19 horas, 25 minutos y 35 minutos respectivamente.
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