martes, 8 de marzo de 2011

Brasil interviene en la carrera de los telescopios

VLT- ESO
Brasil acaba de anunciar su intención de unirse al Observatorio Austral Europeo, que convertiría al país en el 15 miembro del consorcio y el primero no europeo, lo que mejoraría significativamente la probabilidad de que el telescopio más grande del mundo y posiblemente la herramienta astronómica más importante del siglo, se construya bajo su patrocinio. Una expresión más de la intención de Brasil en devenir ya mismo potencia mundial.
Para los astrónomos, el Cerro Armazones, en el desierto de Atacama de Chile, prácticamente pide a gritos un observatorio. Arriba flota el mismo aire seco y estable que permite que el Telescopio Muy Grande (VLT) del Cerro Paranal, a 20 kilómetros, tenga una de las mejores vistas del cielo. Pero con 3.064 metros de altura, cuatrocientos más que Paranal, Armazones debería ser aún mejor para un telescopio extraordinario.

La montaña tal vez no tenga que esperar mucho. El 29 de diciembre, Brasil anunció su intención de unirse al Observatorio Austral Europeo (ESO), que opera el VLT entre otros sitios de Chile.

De ratificarse por el Parlamento brasileño, la medida convertiría al país en el 15 miembro del consorcio y el primero no europeo.

También mejoraría significativamente la probabilidad de que el Telescopio Europeo Extremadamente Grande (E-ELT), un monstruo óptico que sería el telescopio más grande del mundo y posiblemente la herramienta astronómica más importante del siglo, se construya en la cumbre de Armazones, empezando tan pronto como el siguiente año.

“Tenemos el sitio. Tenemos el diseño. La añadidura de Brasil da bases más sólidas a todo el escenario de financiamiento”, dice Tim De Zeeuw, director general del ESO, cuyos cuarteles generales están en Garching, Alemania.

El acuerdo daría acceso a los astrónomos de Brasil a las instalaciones del ESO y pondría al efervescente sector de alta tecnología del país en posición de participar competitivamente en las licitaciones para construir componentes del E-ELT. A cambio, Brasil contribuirá al ESO con cerca de 300 millones de euros (400 millones de dólares) durante 10 años, incluyendo una cuota de entrada de 130 millones.

Eso basta para inclinar la balanza a favor de la construcción del E-ELT y para cimentar el status del ESO como la principal entidad de investigación astronómica del mundo.

El ESO ya había seleccionado a Armazones como su sitio preferido para el observatorio de siguiente generación del E-ELT, que tendrá un impactante lente principal segmentado de 42 metros, dándole 15 veces más potencia de captura de luz que los telescopios más grandes usados en la actualidad. Pero hasta ahora, no había quedado claro si la organización aseguraría los mil millones de euros estimados necesarios para convertir en realidad el E-ELT.

La noticia intensifica la presión sobre dos esfuerzos de escala comparable encabezados por Estados Unidos: el proyecto del Telescopio de Treinta Metros (TMT), que también consideró Armazones pero que al final optó por las ventajas de una ubicación estadounidense en Mauna Kea, Hawai, y el Telescopio Gigante de Magallanes (GMT), un instrumento de 24,5 metros planeado en la cumbre del cerro Las Campanas, Chile.

Ambos son patrocinados por una amplia colaboración de universidades estadounidenses y socios internacionales, y apuntan a ver la luz aproximadamente en 2019, casi al mismo tiempo que el E-ELT.

El año pasado, Astro 2010, un informe de la década de la comunidad astronómica de Estados Unidos, recomendó que la Fundación Nacional de Ciencias (NSF) financiara un nuevo observatorio gigante. Pero dada la estrechez de recursos, el panel dijo que la NSF debía escoger uno de los dos telescopios.

Mayor diseño

Tanto el E-ELT como el TMT están diseñados siguiendo la línea de los dos Telescopios Keck de 10 metros de Hawai, pero a mayor escala. Sus lentes principales consistirán de cientos de lentes hexagonales de 1,45 metros, cuya posición puede controlarse individualmente para optimizar la calidad de imagen. En contraste, el GMT estará compuesto por seis lentes de 8,4 metros acomodados alrededor de una séptima lente central del mismo tamaño.

El argumento científico a favor de estos enormes instrumentos es sólido, dice Ray Carlberg, astrofísico de la Universidad de Toronto, Canadá, y director del proyecto canadiense TMT.

Alcanzarán los límites del Universo visible y discernirán la formación de las primeras estrellas, galaxias y agujeros negros. Más cerca de la Tierra, retratarán planetas orbitando otras estrellas y sondearán sus atmósferas en busca de componentes que puedan indicar presencia de vida.

Cualquier país sin acceso a este tipo de poderosos instrumentos tendrá gran desventaja en comparación con el resto de la comunidad astronómica, dice Carlberg.

Debido a su costo y tamaño, estos proyectos requieren más recursos de lo que puede proveer una sola nación. En el caso del ESO, el costo de entrada de Brasil se suma al total de 300 millones de euros ya comprometido por los 14 miembros europeos.

El ESO también ha pedido a los socios otra “contribución extraordinaria” de 400 millones de euros, que debe cubrir el costo remanente de construcción del E-ELT, dice De Zeeuw. Pese a las medidas de austeridad, espera que a mediados de este año las naciones europeas acepten formalmente proveer el financiamiento adicional.

Roger Davies, astrofísico de la Universidad de Oxford, Reino Unido, y presidente de la comisión de revisión del E-ELT, afirma que el ingreso de Brasil mejora enormemente la probabilidad de obtener los fondos remanentes. De ser así, el consejo de gobierno del ESO podría aprobar el E-ELT en setiembre, y la construcción empezaría a principios del próximo año.

Para el TMT y el GMT, en contraste, el impulso ha perdido fuerza. El informe, que recomendó que la NSF cubriera 25% del costo de un proyecto, urgió a la agencia a tomar la decisión “lo más pronto posible”. A los investigadores les preocupa que un periodo prolongado de incertidumbre pueda espantar a otros socios.

No se puede tomar una decisión informada sin analizar el grado en que una inversión tan grande moldeará la comunidad científica en los años venideros, dice James Ulvestad, director de la división de ciencias astronómicas de la NSF. “Se trata de predecir el futuro”, destaca.

“Hay que evaluar a dónde irá la ciencia, no ahora ni en un mes, pero en 10 años”, explica.

Ulvestad dice que la agencia debería estar lista para analizar las propuestas del GMT y el TMT a mediados de 2011, y la decisión se tomaría en diciembre.

Otra complicación es que el informe enlista la construcción del Gran Telescopio Sinóptico Celeste (LSST), un instrumento de sondeo de 8,4 metros que retratará amplias áreas del cielo, con prioridad inmediata sobre el GMT o el TMT. Suscribir esta recomendación significaría que la NSF no estaría libre para comprometer fondos de construcción para otros proyectos antes de la finalización del LSST, posiblemente a finales de la década, mucho después de cuando los equipos del GMT y TMT esperan estar casi por finalizar.

Ambos proyectos están haciendo planes de contingencia en caso de que el financiamiento federal no se materialice. “Ciertamente sería útil”, dice Patrick McCarthy, director de GMT, pero este proyecto de todos modos podría seguir adelante sin ayuda de la NSF, afirma, dado que sus socios internacionales, Australia y Corea del Sur, se han comprometido financieramente.

Similarmente, Edward Stone, vicepresidente del consejo de directores de TMT, dice que apuntan a empezar según los planes, “independientemente de si la NSF se une o no”. Pero el TMT pronto podría enfrentar un revés. Este mes circuló un borrador de planeación de la comunidad astronómica canadiense que recomienda que el país abandone el proyecto y busque unirse al ESO si, para 2014, el TMT se retrasa significativamente con relación al E-ELT.

La recomendación es un recordatorio de lo mucho que se juega en la rivalidad, conforme la observación astronómica cambia de una era donde más de una docena de observatorios importantes representaban la tecnología de punta del campo a una época donde sólo dos o tres lo harán. “La gente está entendiendo que será devastador quedarse atrás”, precisa Carlberg.

Al unirse al ESO, Brasil, que también consideró el GMT y el TMT, aparentemente ha decidido no quedarse atrás. El próximo año determinará quién más se queda adentro o fuera de la próxima gran ronda de exploración cósmica de la astronomía.
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