de Geological Society of America
El espacio es un lugar violento. Si una estrella explota o unos agujeros negros colisión en cualquier lugar de nuestra zona de la Vía Láctea, expulsan andanadas colosales de rayos gamma, X y cósmicos letales, y es perfectamente razonable esperar que la Tierra sea bañada en ellas. Un nuevo estudio de estos sucesos ha proporcionado información nueva sobre los efectos potenciales de lo que se ha llamado "eventos de radiación interestelar "cortos-duros". Varios estudios han demostrado en el pasado cómo los brotes de radiación de alta energía más largos, como aquéllos producidos por supernovas y fulguraciones solares extremas pueden destruir el ozono estratosférico, permitiendo que penetren hasta la superficie de la Tierra las formas más potentes y dañinas de radiación ultravioleta. La probabilidad de un suceso suficientemente intenso como para perturbar la vida en la tierra o en los océanos es grande cuando se la considera sobre escalas de tiempo geológicas. Así que obtener una idea de los ritmos e intensidades de dicho sucesos es importante para aquéllos que intentan conectarlos con extinciones en el registro fósil.
"Hemos descubierto que un tipo de explosión de rayos gamma, un brote de rayos corto, es probablemente más significativo que un brote de rayos gamma largo", afirma el astrofísico Brian Thomas of Washburn University. Datos mejorados y acumulados por el satélite SWIFT, que captura brotes de rayos gamma en acción en otras galaxias, está proporcionando un ejemplo mejor de la potencia y amenaza que suponen las explosiones cortas para la vida en la Tierra.http://observatori.uv.es leer mas
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