Al contrario de la experiencia acumulada por las agencias espaciales norteamericanas y europeas, la Jaxa, encargada de organizar y realizar el programa de exploración interplanetaria de Japón, tiene tan sólo siete años de vida.
Creada en 2003 para ordenar de mejor manera los planes espaciales nipones -desarrollados hasta entonces por la Agencia de Aeronaútica-, su trabajo fue mucho más allá, dando frutos de manera rápida y sorprendente: en 2008, con su sonda lunar Selene, lograron crear el mapa más detallado hasta hoy de la Luna, además de recolectar información sobre el nacimiento y origen de nuestro satélite.
Y si bien su exploración espacial se ha centrado casi por completo en el acompañante de la Tierra, en mayo, Jaxa está lista para dar su próximo gran salto: su primera misión interplanetaria para investigar a uno de los llamados "postergados": el planeta Venus.
La sonda Akatsuki -también conocida como Planet-C- es una misión no sólo importante por su aporte científico, sino porque se convertirá en la mejor carta de presentación del país asiático frente a la nueva carrera espacial, donde EE.UU. ha frenado la marcha, cediendo lugar a otros actores, como China e India, y donde Japón apenas se asomaba.
Más de 230 mil japoneses inscribieron su nombre y un mensaje que portará Akatsuki en una placa metálica cuando parta el 18 de mayo próximo.
Además de este recuerdo, el equipo viene cargado con seis instrumentos de medición: cinco cámaras específicas para medir distintas variables como la temperatura, la radiación o simplemente tomar imágenes, y un oscilador destinado a medir los cambios en la atmósfera del segundo planeta más cercano al sol.
El estudio de Venus, según los miembros de Jaxa es muy importante, porque al menos en tamaño y forma, Venus y la Tierra son planetas muy similares, pero con condiciones en el entorno muy diferentes: Venus, posee temperaturas superiores a los 460 grados Celsius y un 95% de dióxido de carbono en su atmósfera, el que, a su vez, posee una velocidad de rotación 60 veces mayor que la del mismo planeta.
Estos enigmas son los que intentarán ser descifrados durante los cuatro años y medio que durará la misión (dos alrededor del planeta), que llegará a Venus recién en diciembre de este año.
La sonda también tendrá la tarea de comprobar y ahondar en los resultados obtenidos por el Venus Express, la sonda europea enviada el 2006 destinada a conocer la superfifice del planeta. Se espera que Akatsuki pueda fotografiar la actividad eléctrica que ocurre en Venus -ya que la existencia de rayos y relámpagos sólo ha podido ser comprobada con medidores, pero no a través de imágenes. Y por cierto, saber con certeza si alguna vez en Venus hubo algún océano como se especula.
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