Nuestras vidas aquí en la Tierra, y todo lo que vemos y conocemos del universo que nos rodea, dependen de un conjunto preciso de condiciones que hace posible que existamos. Por ejemplo, si las fuerzas fundamentales que moldean la materia en nuestro universo estuvieran alteradas incluso ligeramente, es posible que los átomos nunca se hubieran formado, o que el elemento carbono, considerado un elemento fundamental para la vida como la conocemos, no existiera. ¿Entonces cómo es que existe este equilibrio tan perfecto? Algunos lo atribuyen a Dios, pero por supuesto, eso está fuera del dominio de la física.
La teoría de la "inflación cósmica", desarrollada en la década de los 80 con el fin de resolver ciertos enigmas sobre la estructura del universo, predice que el nuestro es sólo uno entre incontables universos que surgen del mismo vacío primigenio. No tenemos un modo de ver esos otros universos, aunque muchas de las otras predicciones de la inflación cósmica han sido corroboradas recientemente por mediciones astrofísicas.
Partiendo de algunas de las ideas actuales de la comunidad científica sobre la física de altas energías, es plausible que esos otros universos pudieran tener cada uno interacciones físicas diferentes. Así que quizás no hay ningún misterio en que hayamos ocupado el universo en el que las condiciones son las adecuadas para hacer posible la vida. Por pura estadística, entre muchísimos universos distintos alguno ha de ser apto para generar vida. Esto es análogo a cómo, de entre los muchos planetas de nuestro universo, ocupamos el mundo excepcional donde las condiciones son adecuadas para la evolución orgánica.
Lo que los teóricos como Jenkins y Perez hacen es adaptar los cálculos de las fuerzas fundamentales con el objetivo de predecir los efectos resultantes en posibles universos alternativos. Algunos de estos resultados son fáciles de predecir. Por ejemplo, si no existiera la fuerza electromagnética, no habría átomos ni enlaces químicos. Y sin gravedad, la materia no se habría fusionado en planetas, estrellas y galaxias.
Lo sorprendente acerca de los resultados de la labor de estos dos científicos es que han descubierto condiciones que, aunque son muy distintas a las de nuestro propio universo, sí podrían permitir, al menos hipotéticamente, la existencia de vida. El aspecto que tendría esa vida ya es otra historia.
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