martes, 9 de febrero de 2010

¿Para que sirve la Astronomía?

Hay una pregunta que los astrónomos inevitablemente enfrentamos de tanto en tato y es “¿para qué sirve la astronomía?”. Dependiendo del tiempo disponible y del interlocutor, los astrónomos solemos esgrimir uno o dos argumentos. Pero hace poco, la situación fue algo más complicada, me tocó responder esta pregunta a una audiencia en el marco de una mesa de debate. El desafío me gustó, y me dije que tal vez era tiempo de ordenar mis ideas. Debo decir que el resultado, al menos para mí, fue gratificante.

Sin dudas encabecé mi charla con lo que considero es la razón más importante por la que los humanos debemos seguir invirtiendo tiempo y dinero en la astronomía: el conocimiento en sí. Si bien no hay ninguna razón imaginable para que algún ámbito del conocimiento sea proscripto, sin dudas la astronomía es una ciencia que ha impactado tremendamente en la humanidad por sus consecuencias filosóficas. Desde hace cuatrocientos años, cada nuevo descubrimiento no hace más que recordarnos que nos toca vivir en un minúsculo lugar en el espacio y en el tiempo. La Tierra, nuestro hogar, probablemente un planeta como cualquier otro (estoy seguro que en pocos años lo podremos confirmar) en una estrella como tantas, en una galaxia espiral, por cierto el tipo más común de galaxias, que le toca habitar el lugar más común para este tipo de objetos: un grupo formado por unas pocas galaxias. Si la perspectiva es el tiempo, nuestra presencia en la Tierra es menos que un suspiro en la longeva vida del Universo. ¿Quién en este contexto se animaría a pensar que el Universo ha sido hecho para nosotros? Hice el ejercicio de imaginar que nos hubiera tocado en suerte vivir en un planeta que nos ocultara la visión más allá de la atmósfera, es decir una existencia sin astronomía. Me convencí que nuestras convicciones existenciales habrían sido muy diferentes. Les dejo el ejercicio.

Desde la búsqueda de planetas orbitando otras estrellas, hasta el análisis sistemáticos de patrones inteligente en las señales que nos llegan del cosmos, muchos astrónomos buscan evidencias de vida extraterrestre. ¿Qué pasaría si la encontráramos? ¿Alguien puede imaginar un hallazgo de mayor impacto en la historia de la humanidad?

Por supuesto, el filosófico no es el único aspecto importante del conocimiento en sí. Los miles de aficionados a la astronomía que pululan por el mundo en busca de nuevos conocimientos, son un lujo que muy pocas ciencias se pueden dar. Debería agregar el valor artístico que las imágenes astronómicas tienen. Basta recordar la anécdota reciente durante una muestra fotográfica de objetos astronómicos, donde una mujer mientras miraba la foto de una galaxia, me preguntó “¿de quién era la muestra?”, imaginado un artista detrás la cámara y no un simple astrónomo haciendo su trabajo.

Si bien la astronomía es una ciencia básica, es decir que no tiene una aplicación directa, es importante hacer notar los varios caminos indirectos por los cuales la investigación astronómica puede aportar al bien común. Diversas áreas de la física aplicada han encontrado en el Universo el mejor laboratorio que podrían imaginar, en el Universo conviven los vacíos más extremos y fríos con los ambientes más densos y energéticos que uno pueda imaginar. Es más, me animo a teorizar que si no mediara la inevitable limitación que la distancia impone a la observación astronómica, no haría falta crear laboratorios de física, seguramente en algún lugar del Universo está ocurriendo en forma natural el experimento que cada científico quiera realizar.

La característica de ciencia básica ha mantenido a la astronomía alejada de intereses económicos y estratégicos, y la ha convertido en una ciencia universal en todos sus aspectos, que sumado a su antigüedad ha hecho de ella una ciencia líder. Esto ha posicionado a la astronomía como una ciencia motora de otras disciplinas. Un buen ejemplo de esto, es la fundación del Observatorio Nacional Argentino (hoy Observatorio Astronómico) en Córdoba en 1871, a partir del cual se movilizó el desarrollo de otras ciencias, no solo en Córdoba sino en todo el país. Un ejemplo más antiguo aún, es el trabajo pionero de Galileo Galilei, quien sentó las bases del proceso de investigación científica que hoy aplicamos.

Si quien lee estas líneas es una persona con una visión fuertemente economisista y aun no está satisfecho con los argumentos de más arriba, le comento que la astronomía es una ciencia de altos requerimientos tecnológicos. Por ejemplo, la futura generación de telescopios con espejos primarios que largamente superan los diez metros, requieren la precisión mecánica de un reloj pulsera pero con el tamaño de un estadio deportivo. Ni que hablar de la precisión de la óptica o la manipulación de increíbles volúmenes de datos o la puesta en órbita de sofisticados telescopios. Estos requerimientos hacen de la astronomía una ciencia que continuamente desafía los logros tecnológicos. Este no es un aspecto menor si tenemos en cuenta que este tipo de desafíos tecnológicos son continuamente buscados por los países desarrollados para movilizar sus economías, y es bien conocido que por falta de alternativas, muchas veces se ha apelado a carreras armamentista.

Detrás de toda investigación científica están los recursos humanos, eslabón fundamental en el proceso de creación científica. El investigador formado en ciencias básicas como la astronomía, suele tener una alta versatilidad, que una vez que adquirió alguna habilidad en particular, es potencialmente útil para un sinnúmero de aplicaciones en la industria o en el mundo de los servicios. Me gusta comentar la experiencia de un doctorando compañero de oficina en Alemania, quien una vez finalizada su tesis, consiguió un contrato en la industria medica por su experiencia en el procesamiento de imágenes en rayos-X de cúmulos de galaxias.

Hay algunos otros aspectos que me gustaría destacar. De alguna forma, los astrónomos estamos jugando un rol en la protección de nuestro planeta. Sin ser tremendista, es inevitable que la Tierra sea atacada por objetos naturales que surcan el sistema solar. Si bien no sabemos cuándo será el próximo gran impacto, la observación sistemática del cielo seguramente nos permitirá preverlo y tal vez evitarlo. Siguiendo con esta línea “planetaria”, es necesario mencionar el tan actual tema del cambio climático. Uno de los grandes dilemas es cuanto de este evidente cambio se debe a la acción del hombre. Los astrónomos podemos aportar al debate. El Sol, con sus ciclos naturales juega un rol fundamental en el clima de la Tierra. Lograr un conocimiento preciso de los procesos físicos que en él ocurren es fundamental para resolver la controversia. Si por obra humana o de la naturaleza terminamos deteriorando nuestro planeta, o simplemente lo superpoblamos, algunos planetas y lunas de nuestro sistema solar podran aportarnos hogares alternativos.

Quiero cerrar estas líneas haciendo referencia a un aspecto más romántico de la astronomía que creo que esta en serios peligros. Me refiero al cielo nocturno, aquel que nos muestra cientos de estrellas y el deambular de los planetas. En las grandes ciudades, la polución lumínica conjuntamente con la contaminación gaseosa de la atmósfera, está produciendo un deterioro profundo de nuestra percepción del cielo. Lamentablemente, cada vez hay más personas que no han “vivenciado” la astronomía. Consciente de esto, la comunidad astronómica internacional está comprometida en lograr una concientización del problema que permita poner un límite a éste deterioro, de lo contrario, las futuras generaciones experimentarán un cielo como el del aquel hipotético planeta donde siempre estaba nublado.


Hernán Muriel
Dr. en Astronomía
Pte. AAA
http://2009aia.blogspot.com/2009

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