JUDITH DE JORGE | MADRID
El pasado 22 de enero, el Sol pilló su mayor rabieta en cinco años. Después de un período de tranquilidad que comenzó a principios de 2008, nuestra estrella se ha despertado de su letargo y ha comenzado una fase de actividad con picos jamás conocidos hasta la fecha. Los científicos advierten de que estos movimientos en el astro rey no presagian nada bueno para un mundo cada vez más dependiente de la navegación por satélite. Las explosiones solares continuadas podrían originar impredecibles errores en los instrumentos que hemos enviado ahí arriba para guiar nuestras actividades, y de los que depende en gran medida nuestro desarrollo tecnológico, al menos tal y como está planteado hoy día. Quizás un pequeño error en el GPS de un coche no suponga grandes molestias para el conductor que busca una dirección determinada, pero las operaciones militares, la navegación y la topografía en todo el mundo requieren de una extraordinaria precisión.
El primer aviso de que el Sol había comenzado a enfurecerse se produjo el pasado enero, cuando el observatorio espacial ruso Tesis registró la mayor llamarada de los últimos dos años y medio, según informó el Instituto de Física «Lebedev». El fenómeno duró casi dos horas. Esta fue la mayor explosión, pero no la única: los equipos de medición de Tesis registraron un máximo histórico de llamaradas solares, la cifra más alta de los últimos cinco años y equiparable al total de explosiones solares que se observaron en 2009.
Receptores cegadosLas explosiones solares se dividen en cinco categorías según su intensidad, de menor a mayor: A, B, C, M y X. La A 00 equivale a una radiación de 10 nanovatios por metro cuadrado en la órbita terrestre, valor que se duplica en cada nivel siguiente. En concreto, dieciocho de estas llamaradas eran de la «clase C» y otras cuatro, aún más poderosas, de la «clase M». ¿Significa esto que estamos en camino de un nuevo ciclo solar mucho más intenso? En ese caso, podrían generarse graves problemas en la navegación por satélite. En 2003 el Sol entraba en pleno auge del anterior ciclo solar, con llamaradas de más de un millón de nanovatios, lo que equivale a la altísima clase X.17, pero entonces, el sistema de guiado por satélite era apenas un producto de consumo.
Las erupciones solares, que son exhalaciones de la energía magnética de la superficie del Sol, dispersan la radiación en el espectro electromagnético. Estas oleadas pueden hacer que los receptores sean incapaces de recoger las débiles señales de los satélites. Hay poco que la tecnología actual pueda hacer para mitigar ese problema, con la excepción del complejo de antenas direccionales utilizado en las operaciones militares. Si el Sol aumenta su actividad, los receptores de navegación por satélite pueden verse cegados durante varios minutos, probablemente un par de veces al año cuando el ciclo de actividad alcance su pico.
Para un ciudadano normal puede resultar una molestia, pero en algunos sectores las consecuencias pueden ser terribles. Aún más, «es posible que durante algunas horas o incluso un día o dos no se puedan realizar labores topográficas o que sea imposible acoplar un tanque de petróleo en las profundidades del océano», asegura a la BBC Bob Cockshott, director de sistemas digitales de Knowledge Transfer Network, una organización británica para el desarrollo de nuevas tecnologías. De igual forma, es fácil imaginar las consecuencias a la hora de que un barco atraque en un puerto y los problemas pueden poner en jaque el proyecto de que los aviones comeriales incorporen esta tecnología.
www.abc.es
Para un ciudadano normal puede resultar una molestia, pero en algunos sectores las consecuencias pueden ser terribles. Aún más, «es posible que durante algunas horas o incluso un día o dos no se puedan realizar labores topográficas o que sea imposible acoplar un tanque de petróleo en las profundidades del océano», asegura a la BBC Bob Cockshott, director de sistemas digitales de Knowledge Transfer Network, una organización británica para el desarrollo de nuevas tecnologías. De igual forma, es fácil imaginar las consecuencias a la hora de que un barco atraque en un puerto y los problemas pueden poner en jaque el proyecto de que los aviones comeriales incorporen esta tecnología.
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