Un estudio revolucionario con datos de los telescopios Gaia y Hubble reduce al 2% la probabilidad de colisión entre Andrómeda y la Vía Láctea en los próximos cinco mil millones de años, desafiando la narrativa que por décadas se consideró inevitable.
Durante años, los astrónomos contemplaron un futuro lejano en el que el cielo nocturno sería testigo de un evento titánico: la colisión de nuestra galaxia con su vecina más cercana, Andrómeda. Una danza cósmica de proporciones apocalípticas que, según las estimaciones tradicionales, ocurriría dentro de unos 4.500 millones de años.Sin embargo, la ciencia avanza, y con ella la forma en que interpretamos nuestro destino en el cosmos. Un nuevo estudio internacional, liderado por el Dr. Till Sawala de la Universidad de Helsinki y publicado en Nature, sugiere que ese escenario ya no es tan probable como se pensaba.
Utilizando datos de alta precisión recogidos por los telescopios espaciales Hubble (NASA) y Gaia (ESA), los científicos realizaron 100.000 simulaciones para predecir cómo evolucionarán la Vía Láctea, Andrómeda y sus satélites más masivos —como la Gran Nube de Magallanes— a lo largo de los próximos diez mil millones de años.
El resultado fue asombroso: en lugar de una colisión inevitable, el modelo indica que solo hay una probabilidad del 2% de que ambas galaxias se fusionen en los próximos cinco mil millones de años.
Podría suceder, pero más tarde
En aproximadamente la mitad de los escenarios analizados, las galaxias llegarían a tener un encuentro cercano, tan próximo que sus halos de materia oscura y gas se entrelazarían brevemente antes de separarse. Estos encuentros podrían ralentizar su movimiento orbital, permitiendo que, eventualmente, sí terminen fusionándose… pero en un plazo mucho mayor del que se preveía. De hecho, si llegara a ocurrir una fusión, sería probablemente dentro de 7 a 8.000 millones de años.
Y en caso de que suceda, el espectáculo sería tan fascinante como destructivo. El gas galáctico sería canalizado hacia los centros de ambas galaxias, alimentando agujeros negros supermasivos que irradiarían energía a niveles extremos. A pesar de la magnitud de esta interacción, los investigadores recalcan que estas nuevas predicciones no invalidan los modelos anteriores, sino que los complementan. Las diferencias nacen de un análisis más exhaustivo y una incorporación inédita de incertidumbres en los datos observacionales.
La clave de este avance radica en la capacidad de los nuevos modelos para manejar la complejidad de las interacciones gravitacionales entre múltiples cuerpos celestes. Al incluir por primera vez el efecto dinámico de satélites masivos como la GMM y los márgenes de error en los datos, los investigadores pudieron ampliar el abanico de posibles futuros galácticos.https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/podemos-respirar-tranquilos-andromeda-y-via-lactea-no-van-a-chocar-entre-si-por-ahora_25183
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