En 1950, Enrico Fermi (1901-1954), un afamado físico (galardonado con el premio Nobel) que contribuyó enormemente al desarrollo de la mecánica cuántica, y que fue el primer científico en producir reacciones nucleares a pequeña escala, se planteó la posibilidad de que nuestra galaxia estuviera poblada por otras civilizaciones inteligentes.
Fermi afirmó que cualquier civilización que dispusiera de la tecnología necesaria para viajar por el espacio, podría extenderse por todas las estrellas de nuestra galaxia en unos 10 millones de años (podemos hacer diferentes estimaciones de esta cifra, pero ello no cambiaría la idea principal de Fermi). Aunque esta cifra pueda parecer muy grande, no es así, ya que la Vía Láctea tiene una edad de 10.000 millones de años, tiempo suficiente para que una civilización haya llegado a su etapa de colonización del espacio exterior y lo haya realizado.
Y bien, nos podemos preguntar... ¿dónde están? Han tenido suficiente tiempo para colonizar la galaxia entera, pero nosotros todavía no hemos visto a ninguna civilización extraterrestre por las inmediaciones de nuestro Sistema Solar.
¿Quiere decir esto que no existen tales civilizaciones en nuestra galaxia? A este problema se le ha llamado la paradoja de Fermi.
Una de las primeras explicaciones que se pueden dar para intentar solventar esta paradoja es la de que los viajes interestelares son muy costosos. Se necesita mucha energía para realizar un viaje interplanetario de estas características; es mucho más sencillo establecerse en un planeta y no extenderse por el universo. Sin embargo, este argumento no es consistente si suponemos que una civilización de esas características dispone de fuentes de energía avanzadas y renovables tales como la energía de fusión o naves impulsadas por antimateria (todavía pura ciencia-ficción).
¿Entonces qué puede haber ocurrido para que la galaxia no esté colonizada todavía? Otro problema que se puede presentar a la hora de extenderse por el espacio es la dificultad de dispersión: unos viajeros de este tipo tienen que realizar su viaje, asentarse en un planeta adecuado, y después mandar nuevas flotas de viajeros a otras estrellas cercanas. Uno de los ejemplos más parecidos a este lo encontramos en las islas Polinésicas del Pacífico: ciertas tribus viajaron de isla en isla colonizando nuevos hábitats, pero no llegaron a todas las islas del Oceáno Pacífico, ni mucho menos. Quizá este tipo de expansión sea díficil de conseguir.
Aunque lo más inquietante es la posibilidad de que ninguna civilización inteligente puede expandirse a otros planetas. Quizá todas ellas (o al menos algunas) hayan desarrollado armas lo suficientemente destructivas como para haber acabado con la vida en su propio planeta, antes de salir al exterior. Todavía está en nuestras manos el que nuestra especie no caiga en este error, y podamos llegar algún día a explorar la galaxia.
La pregunta de Fermi sigue estando ahí, esperando ser contestada algún día... quizá muy pronto.
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