Hasta el 20 de mayo, la Liga Argentina de Artistas Aficionados a la Astronomía (L.A.A.A.A) exhibe el trabajo de artistas locales que investigan y crean obra conceptual a partir de referencias astronómicas. El planetario es un proyector de estrellas que recrea un cielo nocturno virtual sobre una bóveda semiesférica pero, al mismo tiempo, un “ideograma arquitectónico”. Una visita lo confirma circular como la naturaleza del tiempo y las estaciones del año. “El objetivo del edificio es albergar al instrumento planetario que simula el avance/retroceso del tiempo para llevar la representación de la bóveda celeste al momento escogido”, según el arquitecto Enrique Jan. La galería que rodea al Planetario Galileo Galilei de Buenos Aires, sobreelevada, también es circular y busca transmitir el espíritu del ideograma. Hasta el 20 de mayo también alberga una muestra de arte: allí se exhiben los trabajos de la Liga Argentina de Artistas Aficionados a la Astronomía (L.A.A.A.A).
Lejos de una coalición de amantes de la Cruz del sur o un colectivo artístico convencional, la “Liga” es una proyecto curatorial independiente del artista Sebastián Desbats. Asiduo asistente a los talleres de divulgación del Planetario y después del IAFE Instituto de Astronomía y Física del Espacio, advirtió entre sus pares intereses en común, “referencias astronómicas” –según las llamó–, de los artistas que incorporaban luego a su obra conceptual. “Empecé a publicar en facebook noticias de acontecimientos científicos y astronómicos, y me di cuenta que otros artistas, que incluso conocía, hacían lo mismo”, relató. Luego comenzó a analizar las obras a través de las webs personales y cuando tuvo un corpus consistente, presentó el proyecto al Planetario. Forman la liga Nicolás Bacal, Ernesto Ballesteros, Fabiana Barreda, Erica Bohm, Paula Duró, Diego Gravinese, Lucila Portabales, Gabriel Rud, Elias Santis y Norma Siguelboim, que recién cuando el proyecto estuvo aprobado, se enteraron de la idea.
“Digo obra conceptual porque involucra una investigación previa; no es la pintura de una galaxia, sino el estudio de cómo se forman y concluye en una obra de arte contemporáneo que tiene una reminiscencia efímera del cosmos”, explica Desbats, que parece describir la obra de Diego Gravinese. Pintor hiperrealista, Gravinese consiguió que la NASA le enviara una fotografía de alta calidad de la primera caminata espacial de 1965, que él proyectó sobre una tela y reprodujo. En la muestra está retratado Ed White –y quizás homenajeado–, el primer astronauta que salió al espacio, antes que las misiones Apollo. En algunos casos, las referencias son más veladas: “Otros investigan algo más cercano a lo esotérico o la alquimia, pero donde también está presente el cosmos: están los científicos y los místicos”, revela Desbats, autor de la última fotografía del instrumento planetario analógico que fue reemplazado por uno digital; foto que donó al Planetario.
Graciela Cacace, geógrafa y directora de la galería de exposiciones del Planetario de la Ciudad de Buenos Aires, quiso conocer a los artistas apenas conoció la propuesta. Entre todos, diseñaron la disposición de las obras, algunas creadas in situ y otras llegadas de sus talleres. “No hay una sola verdad, creo que arte, ciencia y tecnología todo el tiempo están jugando entre sí”, definió Desbats, que agregó que “la diferencia entre un artista y un científico quizás está en que el científico se basa en datos exactos formulados por hipótesis y el artista utiliza el imaginario subjetivo personal para poder construir un proceso de obra”.
Parte de la liga, Nicolás Bacal presenta su obra El infinito con vos: dos espejos enfrentados y un reloj como confirmación del transcurso del tiempo (que otorga carácter infinito a las cosas; decimos que el universo es infinito porque tiene mucho tiempo, tanto que no podemos calcularlo). Elías Santis, también en registro hiperrealista, pinta grupos de personas en entornos naturales y en pose de investigar “lo desconocido”; mientras que Norma Siguelboim llevó sus esculturas de cohetes del tamaño de un misil (1,20 m de alto) que dan cuenta de la existencia de una nueva disciplina: la astronáutica, es decir, la tecnología que permite enviar cuerpos al espacio, ya sean astronautas, sondas espaciales o satélites. Mientras que Fabiana Barreda superpone las contorsiones de la pareja entre un hombre y una mujer con las constelaciones estelares para hablar del principio de los tiempos.
Paisajes planetarios, estaciones espaciales, astronautas en plena misión, constelaciones y calendario lunares: una corriente artística que comparte la estética neo-espacialista conectó con el Cosmos desde Buenos Aires… “A mí la sensación del vacío, del espacio, la magnitud de los tiempos y de las distancias astronómicas me llama mucho la atención”, aventuró el curador sobre el big bang de este interés a la vez particular y extendido: “los astrónomos no pueden tocar lo que están estudiando: ese es el tema de la astronomía: es un trabajo increíble de mucha observación y donde la imagen es el objeto”.http://www.revistaenie.clarin.com leer mas
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