domingo, 20 de mayo de 2012

El asteroide Vesta jamás llegará a ser un planeta

Apareció un informe de la exploración del asteroide Vesta por la nave espacial “Dawn”. De acuerdo al mismo, queda experimentalmente comprobada la condición de Vesta como un “protoplaneta” que, de no estar tan cerca de Júpiter, hubiera podido convertirse en un planeta “hecho y derecho”. La revista Science publica un resumen del experimento en su reciente edición, haciendo un balance provisional de la misión de “Dawn” que ya se está alejando poco a poco del asteroide Vesta. El mayor objetivo de este proyecto era estudiar los “residuos” de la formación del Sistema Solar acumulados en el cinturón principal de asteroides entre Marte y Júpiter. Se supone que, al comenzar la formación planetaria, en esta región podía surgir otro planeta parecido a la Tierra, pero la proximidad de Júpiter impidió la conglomeración de varios protoplanetas en un todo único.

“Dawn” tenía por objeto investigar dos grandes asteroides: Vesta (de 289 a 229 km de radio) y Ceres (470 km de radio). Se suponía que Vesta puede ser catalogado como un protoplaneta, porque ya ha pasado la fase de fusión interna en su desarrollo, cuando dentro de un cuerpo celeste se forman varias capas de sustancias diferentes.
“Dawn” fue lanzado en 2007 y, desde mediados de 2011, estuvo observando a Vesta, sobrevolándolo como su satélite artificial de baja órbita (altitud mínima de unos 210 km).
A raíz de estos estudios se hizo un mapa detallado de la superficie del asteroide con un desglose de minerales. Los datos obtenidos confirman la hipótesis de que Vesta ha pasado ya el estadio de diferenciación interna, cuando la corteza exterior encubre un océano de magma fundido. Al parecer, el asteroide ya tiene un núcleo de un radio promedio de 107 a 113 km. El análisis espectral de las sustancias observadas dentro de los cráteres también corrobora la hipótesis de que las sustancias de Vesta difieren en función de su profundidad de ubicación.
“Dawn” también comprobó que parte de los meteoritos encontrados en la Tierra provienen de Vesta. El aparato incluso localizó el lugar de donde probablemente salieron a efectos de una colisión. Es el cráter Rea Silvia (de 500 km de ancho y 19 km de profundidad), en el hemisferio sur del asteroide, que en parte ocupa el área de otro cráter más viejo llamado Veneneia (400 km de ancho). La edad de ambos se estima entre uno y dos mil millones de años. Lo más probable es que los llamados meteoritos “vestoides” sean producto de estas dos colisiones. Los demás cráteres de Vesta son más antiguos que éstos.

“Dawn” abandonará definitivamente la región de Vesta en agosto próximo, pero ya está elevando poco a poco su órbita de vuelo. Después volará hacia Ceres. Ese asteroide, el más grande del cinturón principal, es diferente de Vesta, a juzgar por las características espectrales de su superficie observadas anteriormente. Se supone que no ha pasado todavía el estado de diferenciación interna. Hipotéticamente, debe tener huellas de agua. Las búsquedas de agua helada son parte de la misión de “Dawn” que, de acuerdo a lo programado, alcanzaría las inmediaciones de Ceres en febrero próximo. Quedará explorándolo hasta julio de 2015.

Los cuerpos pequeños del sistema solar son a veces considerados como “primitivos”, pero el estudio de los mismos es una tarea no menos fascinante que la exploración de los grandes planetas. En algunos casos estas “minucias” nos brindan más información sobre el material originario de formación del sistema solar y las etapas intermedias de la formación planetaria. Además, su investigación son misiones difíciles, pero interesantes, desde el punto de vista tecnológico. Baste recordar el proyecto japonés Hayabusa para conseguir muestras de suelo del asteroide Itokawa. A pesar de las numerosas fallas y dificultades técnicas, el aparato regresó a la Tierra con las tan esperadas pruebas de muestreo a percusión. El proyecto ruso Fobos-Grunt podría generar resultados aún más interesantes porque combinaba los métodos de observación a distancia propios de “Dawn” con las técnicas exploratorias de contacto y la obtención de muestras de suelo. Hoy en día, otros dos aparatos vuelan rumbo a pequeños cuerpos del sistema solar. El europeo Rosetta que estudiará el cometa Chiurumov-Gerasimenko y posará un módulo de descenso en su superficie, después de alcanzarlo en 2014. Y el estadounidense New Horizons que, tras investigar a Plutón en 2015, seguirá volando hacia el Cinturón de Kuiper. Esa región de asteroides, al igual que el cinturón principal, contiene “vestigios” de las primeras etapas de formación del sistema solar, pero, además, una gran riqueza de sustancias volátiles congeladas. La comparación de estas dos “bodegas de desperdicios” universales promete ser muy interesante y útil para los estudios de la evolución del sistema solar.

La exitosa misión de “Dawn” hace recordar una vez más el destino de Fobos-Grunt y preguntarse si de pronto tiene sentido repetir la misión rusa hacia Fobos que es un asteroide capturado en algún momento por Marte y potencialmente muy interesante como objeto de investigación científica.
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