Imagine lo siguente: son las 4:30 de la madrugada. Usted está despierto y ha salido de su casa antes de que salga el Sol. Su café humea y el vapor se eleva hasta desaparecer en un cielo donde un silencioso meteoro cruza un enjambre de estrellas. Algunos minutos después, sucede de nuevo, y una vez más. Se aproxima una tormenta de meteoros.
Una de las trazas de los meteoros apunta hacia el horizonte, en dirección al Este. Allí, justo arriba de los árboles, Venus y la Luna creciente flotan en el cielo, uno al lado de la otra, tan cerca que parecieran casi tocarse. De pronto, Venus tiembla, parpadea y desaparece.
Todo esto está a punto de suceder —en la realidad.
El miércoles 22 de abril, por la mañana, la Tierra pasará por una corriente de polvo cometario, dando inicio de este modo a la lluvia anual de meteoros Líridas. Al mismo tiempo, la Luna en fase creciente y Venus concidirán en el cielo del Este. Vista desde algunos lugares del mundo, la Luna pasará directamente frente a Venus, haciendo que éste se esfume.
La fuente de la lluvia de meteoros es el cometa Thatcher. Cada año, a finales de abril, la Tierra pasa a través de la traza de residuos que deja el cometa. Partículas de polvo de cometa, la mayoría apenas más grandes que un grano de arena, chocan contra la atmósfera terrestre, que avanza a 177.000 km/h (110.000 mph); es por eso que las partículas se desintegran y generan tenues y veloces haces de luz. Un meteoro Lírida típico produce de 10 a 20 meteoros por hora sobre el cielo del hemisferio norte de la Tierra, lo cual no es un despliegue particularmente intenso. Sin embargo, en ciertas ocasiones, la Tierra pasa a través de una región densa de la traza del cometa y la tasa de meteoros aumenta (es de cinco a diez veces más alta). En 1982, los observadores contaron hasta 90 Líridas por hora. Dado que nunca se confeccionó un "mapa" de la cola del cometa Thatcher, los estallidos son impredecibles y podrían suceder en cualquier momento. Las probabilidades son más altas durante las horas de oscuridad previas al amanecer del 22 de abril.
La conjunción de Venus y la Luna es pura coincidencia. No tiene nada que ver con el despliegue de los meteoros Líridas, aunque ambos eventos garantizan un buen espectáculo. Aun si la tormenta no fuera muy intensa, la vista de una luna con una fase creciente del 9% justo al lado del brillante Venus seguramente le alegrará el día.
La mayoría de los observadores verá solamente un acercamiento de los dos cuerpos celestes. Las personas que viven en las zonas del Oeste de América del Norte serán favorecidas con algo más: un eclipse total u "ocultación". Cerca de las 5:00 de la madrugada, hora diurna del Pacífico (Pacific Daylight Time o PDT, en idioma inglés), Venus desaparecerá detrás de la orilla escarpada de la Luna y reaparecerá entre 60 y 90 minutos más tarde.
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