El 8 de octubre de 2011 un potente enjambre de meteoros atravesará el espacio durante siete horas. Son las Dracónidas, una tormenta de diminutas rocas espaciales que se produce cada otoño, pero que el próximo año llegará, si las previsiones no están equivocadas, en un estallido especialmente violento, hasta el punto de que puede impactar contra los satélites y las naves que orbitan la Tierra, como la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) o el telescopio espacial Hubble.
La NASA ha comenzado a evaluar el riesgo que supone para nuestros ingenios allá arriba y prevé incluso reorientar la estación internacional en el caso más extremo, una medida drástica que, pese a todo, espera no tener que llevar a cabo. Al parecer, los operadores de las naves ya han comenzado a recibir datos para planear acciones defensivas.
Según explica William Cooke, del Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA (Huntsville, Alabama), a la web Space.com, los expertos predicen un fortísimo estallido de las Dracónidas, en forma de una gran tormenta, el 8 de octubre de 2011. Se espera hasta un pico de varios cientos de «moscardones» espaciales por hora. ¿Hasta qué punto puede dañar las naves? Otros dos estallidos fuertes de Dracónidas en 1985 y 1998 no causaron problemas eléctricos en los artefactos. En esta ocasión la probabilidad de anomalías eléctricas tampoco es alta. Sin embargo, Cooke advierte de que más vale prevenir y que la próxima tormenta no debe ser ignorada.
Escudo contra meteoros
La ISS tiene un escudo contra las rocas espaciales y, en caso necesario, podrá ser reorientada, una medida extrema que Cooke no cree que se convierta en realidad. Lo mismo ocurrirá con el telescopio Hubble. Como cada nave tiene distintos umbrales de daño, el científico anima a los programadores a determinar si es necesario preparar estrategias de defensa. «Si te impacta un meteoro esporádico es mala suerte. Si lo hace una lluvia de meteoros, es negligencia», apunta el científico.
Desde la Tierra, las Dracónidas pueden ser un espectáculo, aunque no es una de las lluvias de meteoros preferidas por los aficionados a observar el cielo.
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