La Nebulosa Messier 78 |
Messier 78 es un buen ejemplo de una nebulosa de reflexión. La radiación ultravioleta de las estrellas que la iluminan no es lo suficientemente intensa como para ionizar el gas y hacerlo brillar: sus partículas de polvo sólo reflejan la luz estelar que reciben. Pese a esto, Messier 78 puede ser observada fácilmente con un telescopio pequeño, siendo una de las nebulosas de reflexión más brillantes del cielo.
El azul pálido que se observa en esta foto es una representación exacta del color dominante de la nebulosa. Los tonos azules son comúnmente visibles en las nebulosas de reflexión debido a la forma en que sus diminutas partículas dispersan la luz que reciben: la luz azul, que posee una menor longitud de onda, es dispersada con mayor eficiencia que la luz roja, que posee una longitud de onda más amplia.
Esta imagen contiene otras características sorprendentes además de la brillante nebulosa. Una gruesa franja de polvo se extiende a través de ella, desde la parte superior izquierda hacia la parte inferior derecha, bloqueando la luz de las estrellas que hay detrás. En la esquina inferior derecha también se pueden observar unas curiosas estructuras rosadas, que corresponden a chorros de materia eyectados desde estrellas recién nacidas y que aún se encuentran ocultas dentro de nubes de polvo.
El origen de los sistemas planetarios
Dos estrellas brillantes, HD 38563A y HD 38563B, son las mayores generadoras de energía en Messier 78. Sin embargo, esta nebulosa alberga muchas otras estrellas, incluyendo una colección de cerca de 45 estrellas jóvenes (menos de 10 millones de años de edad) y de baja masa, conocidas como estrellas T Tauri, que poseen núcleos aún demasiado fríos para que comience la fusión del hidrógeno. El estudio de las estrellas T Tauri es importante para comprender las primeras etapas de la formación estelar y la creación de los sistemas planetarios.
Sorprendentemente, este complejo de nebulosas también ha cambiado de manera significativa en los últimos diez años. En Febrero de 2004, el experimentado observador aficionado Jay McNeil tomó una imagen de esta región con un telescopio de 75 mm y se sorprendió al ver una nebulosa brillante –el prominente objeto con forma de abanico que se encuentra en la parte inferior de la foto– en un lugar donde imágenes anteriores no mostraban nada. Este objeto hoy se conoce como la Nebulosa McNeil.. www.abc.es
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