miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sin rastro de agujeros negros en la «máquina de Dios

El temor a que un fenómeno semejante pueda devorar la Tierra está cada vez más lejos: el LHC no ha encontrado ni uno diminuto
josé manuel nieves / madrid


El fin del mundo tendrá que esperar. Por lo menos en su versión más tecnológica, esa que nos avisaba de que los experimentos del gran acelerador de partículas (LHC) generarían agujeros negros capaces de hacerse estables y crecer hasta devorar completamente la Tierra. El anunciado desastre, sin embargo, tras varios meses de colisiones a altísimas energías, no se ha producido. No solo eso sino que, tal y como se explica en un artículo recién publicado en arXiv.org, los investigadores no han encontrado rastro alguno de agujeros negros de ninguna clase.
Las predicciones de que, en colisiones entre protones a unos pocos teraelectronvoltios (un electronvoltio es la energía adquirida por un electrón al ser acelerado por una diferencia de potencial de un voltio) se formarían una serie de agujeros negros microscópicos, se basan en teorías que tienen en cuenta los efectos gravitatorios en un espacio con múltiples dimensiones.
Se trataría de pequeños agujeros negros que, además, se evaporarían muy rápidamente, aunque algunos investigadores han asegurado que podrían llegar a hacerse estables, empezar a crecer y convertirse, por lo tanto, en una terrible amenaza para nuestro planeta.
Sin embargo, los científicos que trabajan en el detector CMS (Compact Muon Solenoid) afirman que, a energías entre 3,5 y 4,5 teraelectronvoltios, no existe evidencia experimental alguna de que se hayan formado agujeros negros durante los experimentos. Guido Tonelli, el físico que hace de portavoz en el CMS, ha llegado a afirmar que la formación de tales estructuras se podría descartar completamente incluso en la próxima tanda de experimentos del detector.
A por el bosón de Higgs
El trabajo forma parte de una tanda de estudios destinados a buscar posibles efectos inesperados en una máquina construida para recrear las condiciones que había en el origen del universo. Pero, por el momento, no se ha producido nada fuera de lo esperado. "Estamos muy sorprendidos de lo bien que está funcionando la máquina ahora que realmente hemos empezado a llevarla al límite", asegura por su parte Steve Meyers, el científico que ha supervisado las operaciones del gran colisionador de hadrones durante este año.
Este buen funcionamiento ha aumentado la confianza de los investigadores, que están cada vez más seguros de que podrán detectar el esperado bosón de Higgs (la partícula que es hipotéticamente responsable de la masa de todas las partículas) incluso antes de lo esperado.
Al principio, los físicos no estaban muy seguros de que el gran acelerador pudiera conseguir su ambicioso objetivo (detectar el bosón de Higgs) a su nivel actual de energía. Por eso se planeó un "parón" de quince meses a partir de 2012 para actualizar la máquina y hacerla capaz de funcionar a energías superiores.
Pero ahora cada vez son más los físicos que piensan que, incluso sin esa actualización, el LHC será capaz de explorar lo sucedido en la mayor parte de los rangos de energía en las que la esquiva partícula debería de encontrarse.
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