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Crédito: Observatorio Gemini / AURA |
de Gemini Observatory
En una colaboración entre astrónomos aficionados y profesionales, el reciente descubrimiento de los últimos estertores de una estrella moribunda podría resolver un debate que dura décadas entre los astrónomos. Esto es, ¿son las compañeras estelares clave para la formación y estructura de las nebulosas planetarias?
El descubrimiento, por el astrónomos aficionado austríaco Matthias Kronberger, ha sido presentado en un simposio de la Unión Astronómica Internacional que se celebra esta semana en las Islas Canarias, España. El equipo de investigadores presenta una impresionante imagen de la nueva nebulosa, obtenida con el Observatorio Gemini.
No por coincidencia, la posición de la nebulosa (llamada Kronberger 61, o Kn61, por su descubridor) está dentro de una zona de cielo relativamente pequeña que está siendo intensamente monitorizada por la misión buscadora de planetas Kepler, de NASA. El objetivo de Kepler es determinar la presencia de planetas del tamaño de la Tierra alrededor de las estrellas similares al Sol. Al mismo tiempo, los efectos de estrellas o planetas compañeros son también detectables.
"Kn 61 se encuentra entre un grupo bastante pequeño de nebulosas planetarias estratégicamente colocadas dentro del campo de visión de Kepler", comenta Orsola De Marco, de Macquarie University, Sydney, Australia, autor del artículo en 2009 que especulaba sobre cómo las estrellas compañeras, o incluso planetas, pueden influenciar y dar forma a la intrincada estructura observada en muchas nebulosas planetarias. "Explicar los penachos dejados cuando las estrellas de tamaño mediano como nuestro Sol expulsan sus últimas bocanadas es origen de un fuerte debate entre los astrónomos, especialmente en lo que se refiere al papel que podrían jugar las compañeras", afirma De Marc, "literalmente, no nos deja dormir".
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