La idea de la expansión del universo tiene casi un siglo. El belga Georges Lemaître (1894-1966), teorizó en el año 1927 la proposición que indica que las galaxias distantes se están alejando de la Tierra y que la velocidad de su alejamiento crece con la distancia, lo que dos años después se confirmó con las observaciones del estadounidense Edwin Hubble (1889-1953). Dicha confirmación la suministró el redshift (el desplazamiento hacia el rojo) del espectro de la radiación electromagnética que se percibe, proveniente desde esos objetos lejanos.
En 1998, a este modelo se le añadió un nuevo y sorprendente ingrediente. Observaciones de estrellas supernovas muy lejanas, realizadas en el marco del Supernova Cosmology Project, y también a cargo del High-Z Supernova Search Team, demostraron que la expansión del universo se estaba acelerando, y no retardándose debido al efecto gravitacional, tal como se suponía. Este descubrimiento derivó en el concepto de energía oscura, que se presume que aporta más del 68 % de la energía total del actual universo observable, en tanto que la materia oscura y la materia común contribuyen con un 26 % y un 5 % aproximadamente.