lunes, 12 de septiembre de 2016

Saku Tsuneta: «El Sol podría sufrir una enorme erupción estelar, pero no sabemos cuándo»

Bajo el calor inmisericorde de septiembre, las palabras de Saku Tsuneta, físico solar y vicepresidente de la Agencia de Exploración Aerospacial de Japón (JAXA), resultan difíciles de creer. No solo avisa de que el Sol está en una etapa inusual y no comprendida de baja actividad magnética, sino que en los próximos años esto podría hacer que las temperaturas de la Tierra bajaran. Quizás incluso a pesar del calentamiento global de origen humano.

Cubiertos por un techo y resguardados por un aparato de aire acondicionado, el astrónomo repasa algunos de los puntos que después tratará en una conferencia sobre la influencia del Sol en el clima y titulada «El Sol y la vida en otros planetas», dentro del ciclo «La ciencia del cosmos», organizado por la Fundación BBVA. En la conversación surge el mínimo de Maunder, una pequeña edad del hielo ocurrida en el siglo XVII, y el evento Carrington, una tormenta solar que dañó los telégrafos y provocó auroras boreales en áreas tropicales en pleno siglo XIX, y cuyas consecuencias en el mundo tecnológico actual podrían ser catastróficas.


Este científico fue uno de los dirigentes que dio la cara cuando la JAXA perdió por un error humano el satélite científico más caro de la historia de Japón (durante la misión Hitomi), y uno de los responsables que decidió bajarse el sueldo a causa del error. Solo la mención de este desastre ensombrece su semblante. Por lo demás responde a las preguntas como un científico prudente y enigmático.

-Usted es especialista en magnetismo solar. ¿Por qué es importante estudiarlo?

Es muy importante. Ahora estamos empezando a comprender cómo el campo magnético de la superficie del Sol afecta al clima de la Tierra. Por ejemplo, entre 1645 y 1705 hubo un periodo en el que no hubo manchas solares (que a su vez dependen del magnetismo solar), y en la Tierra sufrimos el llamado mínimo de Maunder. La temperatura media bajó en 2º C. Puede parecer poco, pero tuvo un efecto significativo: El río Támesis, en Londres, se congeló totalmente. En este momento, en el que sufrimos un calentamiento global como consecuencia del efecto invernadero provocado por la actividad humana, ¿qué ocurriría si hubiera otro mínimo de Maunder y desaparecieran las manchas solares? ¿Esta tendencia de calentamiento se invertiría? En realidad no lo sabemos.
Y digo que no lo sabemos porque aún no conocemos la relación causa-efecto entre el número de manchas solares y el clima de la superficie terrestre. La respuesta requiere una aproximación interdisciplinar, y es una pregunta científica muy interesante. Si nos remontamos al pasado, hace cinco o diez mil años, hay una muy buena correlación entre manchas y clima terrestre: Cuando el magnetismo solar está calmado, el clima está frío.

Los astrónomos, cuando no conocemos la respuesta de algo, tratamos de encontrar correlaciones. Y hay una clara correlación entre el campo magnético solar y el clima. Aunque no los conocemos, creemos que hay mecanismos físicos subyacentes que pueden explicarlo. Actualmente, el campo magnético solar se está debilitando, año a año. Aún así, los científicos somos muy conservadores, y no queremos predecir nada cuando no conocemos los mecanismos físicos subyacentes.
Pero esta correlación es tan clara, que los científicos estamos empezando a decir que esta disminución del campo magnético solar podría afectarnos. En Japón los políticos preguntan sobre estos temas, les preocupa. No sabemos si va a continuar este decrecimiento, o si va a volver a sus niveles previos. No lo podemos predecir.

-Entonces, ¿es posible que suframos un nuevo mínimo de Maunder en un futuro próximo?

Creo que esa es una pregunta fundamental. Una de las obligaciones de los científicos es alertar. Así que, si el Sol sigue esa tendencia, creo que es inevitable que afecte a nuestro entorno. Podría no ocurrir, pero debemos pensar en esa posibilidad. Es importante hacerlo.

Aún así, cuando nos preguntan por evidencias y por una justificación, no siempre la respuesta es sencilla. Lo cierto es que seguimos estudiando el Sol para ver qué hay en la superficie solar, tal como nuestros predecesores lo han hecho en los últimos 400 años (sonríe). Y lo hacemos sin interrupción, porque el Sol es la fuente de todo.

-¿Y no asusta un poco reconocer que en realidad no sabemos qué está ocurriendo ahora en el Sol?
Podría asustarnos o alarmarnos si esto hubiera ocurrido ahora por primera vez en los últimos 50 años. Pero si te fijas en la historia, observas que esto ha pasado muchas veces en los últimos 10.000 años. El mínimo de Maunder ha ocurrido muchas veces a lo largo de estos años, pero seguimos aquí, hemos sobrevivido (ríe). Así que creo que todo debería ir bien. Pero es verdad que podría haber algunos efectos. ¿Deberíamos prepararnos? Esta es una pregunta cuya respuesta es una cuestión política y que compete a la sociedad. Los científicos solo observamos e informamos.

-¿Y qué hay de las tormentas solares? ¿Entendemos ya este fenómeno que puede ser un peligro en el espacio próximo a la Tierra?

Esa es otra cuestión fundamental. Hasta ahora hemos hablado sobre los efectos a largo plazo del Sol, pero los efectos de las tormentas ocurren en un plazo mucho más corto. Cuando hay una explosión en la superficie del Sol, se libera una radiación muy intensa y se produce una potente expulsión de plasma que puede llegar a afectar a la Tierra. Esto es peligroso para los satélites que están en órbita, que ya muchas veces han dejado de funcionar a causa de esto, y también puede ser peligroso para los astronautas.
En este sentido, una baja actividad solar es una buena señal, porque en esos períodos hay menos erupciones y menos problemas, aunque haga más frío en el planeta (ríe). Pero incluso en periodos de baja actividad solar, pueden ocurrir grandes explosiones. Hay que seguirlas, aunque es muy difícil predecir cuándo van a ocurrir, porque no conocemos los mecanismos fundamentales que las generan.

-Entonces, ¿sería posible sufrir un nuevo evento Carrington, en el que hubiera graves consecuencias para la Tierra?

Sí, creo que sí. La principal cuestión aquí es cómo sería esa llamarada. Debemos preguntarnos si sería posible que una erupción fuera aún más potente que la mayor conocida, la ocurrida durante durante el evento Carrington,en 1859. Y la respuesta es que sí, que hay una cada cinco o diez mil años.

En 2011, como sabe, hubo un gran terremoto en Japón, que incluso provocó un accidente nuclear. Pues bien, los terremotos de esa magnitud ocurren una vez cada 5.000 años. Pero ocurrió.

Por eso, si las grandes erupciones solares, capaces de afectar a los satélites y al entorno, ocurren cada 5.000 años, ¿debemos prepararnos? ¿O mirar hacia otro lado?
Un investigador japonés buscó estas erupciones que ocurren cada 10.000 años, observando un gran número de estrellas para observarlas. Para mi gran sorpresa, descubrió que las estrellas del tipo solar tienden a producir enormes erupciones estelares, mayores a las que hemos visto en el Sol. La cuestión es que esto indica que el Sol podría sufrir una de estas grandes erupciones estelares. ¿Será mañana? ¿O dentro de 1.000 años? ¿Los efectos serían muy graves o estamos protegidos por la atmósfera terrestre y el campo magnético? Nadie lo sabe.

-¿Estas súper erupciones podrán dañar a los aviones en vuelo o los tendidos eléctricos?

Sí, el evento de Carrington tuvo un gran impacto en los sistemas terrestres, y fue menos potente que estas grandes erupciones. De hecho, este tipo de fenómenos ocurre cada 20 o 30 años. Ya ha habido problemas con los astronautas y los tendidos eléctricos de algunas ciudades, así que creo que debemos ser cuidadosos.

-¿Cómo de grandes son estas erupciones?

1.000 o 2.000 veces mayores que el evento de Carrington. Cuando este fenómeno ocurrió había pequeñas manchas solares en el Sol. Pero en otras estrellas, las manchas son mucho mayores y liberan mucha más energía. No sé si el Sol podría tener una mancha solar que fuera visible con el ojo humano, nunca lo hemos experimentado, pero lo comprobaremos en el futuro.

-¿En qué futuro?

No lo sé, no tengo ni idea, pero estas grandes erupciones ya han ocurrido en nuestro Sol.

-¿Será más probable que esto ocurra a medida que envejece el Sol?

Es una pregunta muy importante, pero aún no conocemos la respuesta. Durante un tiempo la gente creyó que cuando las estrellas son jóvenes y giran rápido, liberan la energía que alimenta a las llamaradas más potentes. Actualmente, los datos son confusos. No solo las estrellas jóvenes pueden sufrir grandes erupciones, las antiguas también. Sea como sea, el Sol está en el medio; es una estrella madura, de 4.500 millones de años.

-Muchas personas son muy escépticas en relación con la influencia del hombre en el calentamiento global. ¿Cree que la influencia del Sol en el clima es un argumento a favor de este escepticismo?

¡Otra pregunta muy importante! La temperatura del planeta Tierra está aumentando, eso es claro. Esto ocurre a causa del efecto invernadero y del ascenso de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera, pero el Sol también está contribuyendo. Mi opinión es que probablemente la influencia del Sol está muy superada por el efecto invernadero, así que no pertenezco al grupo de los escépticos.

Algunas personas tratan de explicarlo todo como una consecuencia de la influencia del Sol (sonríe), pero no estoy de acuerdo, el calentamiento global es resultado de una combinación de efectos.
Pero lo cierto es que nadie sabe cómo hacer un modelo de ordenador que pueda decir cómo influye el Sol al clima, porque no se conoce la base física de esta influencia.

Pero sí sabemos que durante el mínimo de Maunder el Támesis se congeló y que la temperatura de la antigua Kioto era bajísima.

Ahora estamos empezando a entender por qué durante una situación de tipo mínimo de Maunder, que ha ocurrido 10 veces en 10.000 años, provoca que el planeta Tierra pase frío, provocando diferencias de temperatura de uno o dos grados.

Al mismo tiempo, el calentamiento global de los últimos 20 o 30 años ha sido de un grado, así que quizás un mínimo de Maunder compensaría este efecto. Esto es algo que me gustaría saber, ¡pero nadie lo sabe!

-Si, pero los efectos de los «mínimos de Maunder» solo duran unos años, ¿no?

Claro, no son para siempre. Creo que vamos a sobrevivir (ríe).

-Entonces, ¿cree que tenemos suficientes evidencias para decir que el hombre está provocando un calentamiento global?

Como astrónomo, siempre encuentro muy difícil hablar con los climatólogos o los meteorólogos. Es como si me hablaran en chino y yo les contestase en japonés. La comunicación se hace dificil, porque yo solo conozco el Sol y ellos solo conocen el medio terrestre. Para responder a esa pregunta necesitamos una aproximación interdisciplinar, para que ambos podamos usar la información que obtenemos.

-Me gustaría preguntarle sobre el descubrimiento del planeta Próxima B, como astrónomo solar que es. ¿Se trata de un objetivo importante en la búsqueda de vida?

Sí, es una de las estrellas mas cercanas, y hay una posibilidad de que podamos hacer alguna observación detallada, no ahora, sino en el futuro, para detectar biomarcadores (huellas de la vida), como el dióxido de carbono, el oxígeno, el metano o el agua. Creo que Próxima b es un buen candidato para hacer observaciones, pero que en realidad no es tan especial. Hay otros muchos candidatos de planetas tipo Tierra que podrían albergar vida.

-Entonces, ¿cree que hay vida en el Universo?

De momento hemos descubierto entre 50 y 100 planetas rocosos, muchos de los que están en la zona habitable. Esto significa que podrían tener atmósfera, oxígeno y agua.

Además de eso, el hecho de que estemos aquí podría indicarnos que este mismo entorno podría haber aparecido en otros lugares, porque las leyes de la Física son iguales en todo el Universo. A fin de cuentas la vida se basa en la física básica, así que, como astrofísico, intento pensar que sí, que hay vida en el Universo. Creo que algún día podremos comunicarnos con ella por ondas de radio, como en la historia de «Contact» de Carl Sagan. Pero como científico no debo decir eso (ríe), sino que debo ser más conservador. De hecho, creo que aunque muchos científicos no lo reconozcamos, en el fondo creemos que debería haber vida inteligente en otro lugar.

-Cambiando de tema, ¿Cuál es la principal lección que la JAXA ha aprendido del fracaso de la misión Hitomi?

El objetivo de la misión era hacer un observatorio de rayos X. En el Universo la mayor parte del material está a altas temperaturas. Mientras que las estrellas están a temperaturas «bajas», de unos 6.000 grados Kelvin, el plasma que rodea las galaxias está a cien o mil millones de grados. Este material tan caliente emite rayos X en vez de luz visible. Este es el motivo por el que necesitaremos potentes telescopios de rayos X en el futuro, y la razón por la que lanzamos la misión Hitomi.

Hitomi tenía una instrumento muy avanzado para entender la física de estas regiones, y fue construido con la colaboración de la ESA, la NASA y la JAXA. Nadie más en otro lugar construyó un telescopio similar, así que todos estaban esperando nuestras mediciones. Fue una situación realmente desafortunada.
Por eso, reconocemos nuestra responsabilidad. Fue nuestra culpa. Tanto el problema técnico como el humano que ocurrieron fueron completamente analizados, y cambiamos nuestro modo de trabajar. Ahora estamos proponiendo hacer la misma misión, esencialmente, y el gobierno está a punto de decidir si invierte o no unos 200 o 250 millones de dólares adicionales. La NASA y la ESA ya han expresado su intención de colaborar con nosotros y proporcionarnos lo que nos dieron con la misión Hitomi. Es un proyecto verdaderamente internacional.

Pero ha sido totalmente nuestra culpa, así que Japón debería hacer algo para poder tener funcionando estos nuevos satélites en 2020: este es nuestro objetivo.-

-¿Cómo vivió aquel accidente? ¿Cómo le dijo al público que se había perdido un satélite de casi 320 millones de dólares?

Creo que esto ocurrió a finales de marzo. Por entonces yo era director del Instituto Espacial, así que era totalmente responsable de aquel problema. En primer lugar, hablé con todos y les dije que había que aclarar las causas de lo ocurrido, y documentarlo, con total transparencia y sin ocultar nada. Incluso si esto suponía pagar un doloroso coste para todos nosotros, pedí que hiciéramos público todo lo ocurrido. Y eso hicimos. Contamos todo. Yo tuve cinco conferencias de prensa en Japón, y decidí hablar y responder las preguntas de los medios por mi cuenta, sin pedirle a nadie que respondiera en mi lugar. Pensé que iba a ser duramente criticado, por haber perdido 320 millones de dólares, por la pérdida del satélite científico más caro de la historia de Japón.

Para mi sorpresa, los periodistas fueron extremadamente amables y comprensivos. Me pregunto por qué, y creo que la razón es que lo hemos contado todo y que por eso nos han entendido. En ningún momento nos hemos justificado: cometimos un error, hicimos una acción para corregirlo y nunca lo volveremos a hacer.

Normalmente habríamos habría habido algún tipo de castigo o penalización. Pero, para mi sorpresa, casi inmediatamente después del accidente el gobierno abrió una línea de fondos disponible para mí. Fue una decisión poco usual y muy generosa del gobierno de Japón.

-¿Cree que será posible que la JAXA y China cooperen o en realidad hay una carrera espacial?

Nuestra agencia japonesa se lleva el 20% de los fondos de investigación científica. Los fondos de la ESA son cinco veces mayores, y los de la NASA 30 veces superiores. Así que en comparación, se puede decir que somos pequeños. Y aún así tratamos de hacer algo único. Para eso la colaboración es clave. Por supuesto que hay competencia entre las agencias, pero la gente reconoce que tenemos que colaborar, que si hacemos las cosas por separado, no vamos a usar los recursos de forma adecuada. Pero si se combinan los esfuerzos, y se hace un buen satélite, los resultados pueden ser mucho mejores. Nosotros comprendemos eso, y por eso tenemos una muy buena comunicación con la NASA y la ESA. Pero China y Japón tienen una situación política sutil, y esto afecta mucho a la colaboración en el mundo científico.

-¿Y cuál es el punto más caliente en esa competencia entre agencias espaciales?

Creo que uno de ellos es la ciencia planetaria. Japón ha puesto en marcha dos misiones para ir a un asteroide, las Hayabusa I y II, y después la NASA fue estimulada por nuestra actividad, y va a lanzar la misión OSIRIS-REx. Ellos van a ir a Bennu y nosotros ahora vamos a ir a Ryugu. Creo que es una competencia pero también una colaboración: Nos pusimos de acuerdo para intercambiar datos. Ellos nos traerán sus muestras y nosotros las suyas.

-Pero, ¿cuál llegará antes?

Jaxa llegará antes, en 2019. Ellos (la NASA) quieren aprender sobre nuestro sistema de operaciones, así que estamos colaborando. Nosotros estimulamos su actividad y ellos la nuestra.

Queremos ir en la misma línea que la misión Rosetta. Es un gran logro, y creo que estamos en un gran momento para la ciencia espacial. Por eso queremos seguir trabajando con la ESA, discutiendo estrategias de forma conjunta. Si ellos van a un sitio, nosotros vamos a otro, de modo que podamos complementarnos y compartir tareas y no hagamos lo mismo.

Por ejemplo, la JAXA quiere ira la pequeña luna de Fobos, en Marte, así que ha invitado a la ESA a participar en nuestro programa. Y están de acuerdo en hacerlo. Queremos llegar a la superficie, coger muestras y volver a la Tierra. La fecha de lanzamiento esperada es 2024.
http://www.abc.es/ciencia/

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