jueves, 14 de julio de 2016

Las misteriosas diferencias entre las dos caras de la Luna

Topografía detallada de la cara visible (izquierda) y de la cara oculta (derecha) de la Luna. NASA/LRO

El astrónomo Rafael Bachiller nos descubre en esta serie los fenómenos más espectaculares del Cosmos.
Temas de palpitante investigación, aventuras astronómicas y novedades científicas sobre el Universo analizadas en profundidad. La cara visible de la Luna está dominada por grandes planicies recubiertas de lava mientras que la cara oculta es mucho más montañosa, las composiciones químicas también muestran un gran contraste entre ambas caras. Los astrónomos tratan de explicar tan sorprendentes diferencias.

La sorpresa de la cara oculta
En su movimiento orbital alrededor de la Tierra, la Luna siempre nos muestra la misma cara. Esta mitad, la única que ha podido contemplar la humanidad durante milenios, tiene grandes áreas oscuras, tierras llanas y bajas que fueron cubiertas por lava en las primeras etapas evolutivas tras la formación de nuestro satélite. Tales planicies de denominan 'mares' (o 'maria', plural de 'mare'), por la similitud que encontraron los astrónomos antiguos con los mares terrestres. Era natural suponer que la cara oculta de la Luna sería similar a la cara visible. Pero la primera fotografía de la cara oculta, realizada por la sonda soviética Luna 3 en 1959, nos reservaba una bonita sorpresa. Las dos caras de la Luna son muy diferentes. En la cara oculta no hay grandes mares como los observados en la cara cercana, aquella cara está poblada por numerosísimos cráteres recientes y tierras montañosas. Los pocos mares presentes en la cara oculta son mucho más pequeños y están mucho más repletos de cráteres. Por la cara oculta la lava no parece haber fluido con la misma cantidad y actividad que mostró en la cara visible desde la Tierra.
Magma y radiactividad naturalEn la época inmediatamente posterior a la formación del Sistema Solar, hace más de 4.000 millones de años, se produjeron numerosísimos impactos de meteoritos y asteroides sobre todos los planetas y satélites del sistema. Se formaron así las grandes cuencas y cráteres que se observan en la superficie de la Luna. Por convención, se denomina 'cuencas' a los cráteres de más de 300 kilómetros de tamaño. Pero el impacto de un meteorito no solo crea un cráter, sino que en el entorno del cráter se crean fracturas y fisuras verticales que atraviesan la corteza lunar.La lava que fluyó por la Luna hace unos 3000 millones de años se originó a partir del magma volcánico que abundaba entonces bajo su corteza. Este magma, literalmente roca fundida, fue producido por el calor despedido por la radioactividad natural que tenía lugar en aquella fase temprana de la Luna. El magma pudo inundar parte de la superficie luna ascendiendo desde el subsuelo por las numerosas fisuras producidas por los impactos meteoríticos.http://www.elmundo.es/ciencia

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