jueves, 11 de abril de 2013

Una fantasmal burbuja verde

Las estrellas del tamaño del Sol acaban sus vidas como pequeñas y débiles estrellas enanas blancas. Pero, en la recta final, camino de su retiro, sus atmósferas son lanzadas al espacio. Durante unas decenas de miles de años se ven rodeadas por una espectacular y colorida nube brillante de gas ionizado conocida como nebulosa planetaria.

En esta nueva imagen obtenida por el VLT vemos la nebulosa planetaria IC 1295, que se encuentra en la constelación de Scutum (El Escudo). Tiene la extraña característica de estar rodeada por múltiples capas que hacen que parezca un microorganismo visto con microscopio, siendo las capas las membranas de la célula.


Estas burbujas están compuestas del gas que anteriormente formaba la atmósfera de la estrella. Este gas fue expelido por reacciones de fusión inestables en el núcleo de la estrella que generaron súbitas expulsiones de energía, parecidos a enormes erupciones termonucleares. El gas está bañado por una fuerte radiación ultravioleta procedente de la anciana estrella, lo que hace que el gas brille. Los diferentes elementos químicos brillan en diferentes colores y la prominente sombra verdosa que destaca en IC 1295 proviene del oxígeno ionizado.

En el centro de la imagen puede verse el remanente quemado del núcleo de la estrella como un brillante punto blanco azulado en el corazón de la nebulosa. La estrella central se convertirá en una estrella enana blanca muy débil y, a lo largo de miles de millones de años, irá enfriándose lentamente.

Las estrellas con masas similares a la del Sol y con hasta ocho veces la masa del Sol, formarán nebulosas planetarias cuando entren en la fase final de su existencia. El Sol tiene una edad de 4.600 millones de años y se prevé que viva otros cuatro mil millones de años.

Pese al nombre, las nebulosas planetarias poco tienen que ver con los planetas. Esta descripción se aplicó tras algunos descubrimientos iniciales debido al parecido de estos inusuales objetos con los planetas exteriores Urano y Neptuno observados con los primeros telescopios, y ha sido lo suficientemente pegadiza como para sobrevivir [1]. En el siglo XIX, tras realizar las primeras observaciones espectroscópicas, se determinó que estos objetos eran gas brillante.

Esta imagen fue captada por el telescopio VLT (Very Large Telescope) de ESO, situado en Cerro Paranal, en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, utilizando el instrumento FORS (FOcal Reducer Spectrograph). Para obtener esta imagen se han combinado exposiciones tomadas con tres filtros diferentes que dejaban pasar la luz azul (de color azul), la luz visible (de color verde), y la luz roja (de color rojo).http://www.eso.org/

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