martes, 21 de febrero de 2012

Newton predijo que el mundo terminaría en el 2060

JERUSALÉN.- Isaac Newton, quien transformó la física, la matemática y la astronomía, con la ley de gravedad universal y las tres leyes de la dinámica (inercia, interacción y acción-reacción), predijo en 1704, basándose en la Biblia, que el fin del mundo ocurriría en 2060.
El cálculo de Newton (1642-1727) está, sin embargo, lejos de ser científico como su interpretación de la caída de una manzana. Es que, además de físico, matemático y astrólogo, era también teólogo, algo extraño para su tiempo. Contrariamente con su imagen pública, la mayoría de los trabajos de Newton no estaban consagrados a la ciencia, sino a la teología, al misticismo y a la alquimia", destaca el diario israelí Haaretz, al informar que los archivos del científico han sido abiertos al público por la Biblioteca Nacional de Israel.

Se trata de un trabajo empezado en 1983, cuando, en el marco del Proyecto Newton, de la Universidad de Cambridge, una comisión de expertos empezaron a estudiar y descifrar sus escritos. En total 7.500 páginas manuscritas de archivos digitalizados se puede consultar ahora online. En esos papeles apareció la predicción del fin del mundo.

El físico calculó en 1704, de acuerdo con un cálculo bíblico, que el fin del mundo ocurriría en 2060. Fue en el libro de Daniel (Antiguo Testamento) donde Newton encontró supuestamente las claves de su teoría, según la cual pasarían 1.260 años entre la refundación del Santo Imperio Romano por Carlomagno, en el 800, y el Apocalipsis, que por lo tanto tendría que ocurrir en el 2060.

"Desde nuestro punto de vista, hay una contradicción entre las ciencias naturales y el racionalismo por un lado, y la teología, el misticismo y la fe del otro. Pero, en el espíritu de Newton, como producto de su tiempo, comprender las leyes de la naturaleza implicaba entender cómo funcionaba el mundo", resalta al diario Le Monde Milka Levy-Rubin, comisario de la colección de ciencias humanas de la Biblioteca Nacional de Israel.

Efectivamente, el conjunto de manuscritos de Newton arroja una faceta poca conocida del científico: la lectura de la Biblia era una de sus pasiones, pues creía que en ella se habían escrito las leyes divinas del Universo, por lo que dedicó muchas horas a estudiar los textos sagrados.

Estos archivos llegaron a Cambridge gracias a los descendientes de Newton, 150 años después de su muerte. El físico frecuentó esa casa de estudios. La Universidad conservó los textos científicos y devolvió los demás a la familia.

En 1936, Sotheby'los subastó en Londres siendo adquiridos por dos coleccionistas. Uno de ellos era una celebridad británica: el economista John Maynard Keynes, que conservó los textos sobre la alquimia. Los teológicos fueron comprados por Abraham Shalom Yehuda y, tras su muerte, donados a la Universidad de Jerusalén.

Pese a todo, Newton continuará recordado por sus descubrimientos racionales sobre la gravedad terrestre y la dinámica que por estas especulaciones apocalípticas.
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